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jueves, noviembre 21, 2024

Adán, el caballo negro de Eduardo Rivera

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Hace unos días le revelamos en este espacio que la estrategia de Eduardo Rivera Pérez para hacerse con la dirigencia estatal del PAN pasaba por el Consejo Estatal y no por una elección abierta a los más de 20 militantes, además de que analizaba seriamente dejar en el cargo al velador más caro que despacha el Ayuntamiento de Puebla, Adán Domínguez Sánchez.

La estrategia quedó confirmada ayer por el alcalde suplente, quien reconoció que, al terminar su periodo el 15 de octubre próximo, estaría en posibilidades de buscar la dirigencia. Como todo buen político chafa, aseguró que por el momento está concentrado 24 horas en su trabajo —el cual, por cierto, nunca hemos visto, salvo para desviar recursos en plena veda electoral— al frente de la Comuna. “Después del 15 de octubre podrán venir muchas cosas, pero primero es cerrar este gobierno de manera adecuada”, fueron sus palabras textuales.

Si no tuviera en la mesa la oferta que ya le hizo su jefazo y socio comercial para que asuma la dirigencia estatal, entonces, de inmediato hubiera salido a despejar dudas, pues no hacerlo provocaría el enrarecimiento del ambiente contra el timorato Marcos Castro Martínez, secretario general del PAN y quien se consideraba la primera opción de Rivera Pérez para encabezar al partido.

En la lógica del exalcalde, Adán Domínguez ha sido más eficiente y leal que todos los demás miembros de su equipo.

Ojo: hay que tomar en cuenta que, para Eduardo Rivera, lealtad y eficiencia no están ligados a la inteligencia y eficacia sino al burdo ejercicio de sometimiento. Se puede ser el más torpe, pero si la abyección hacia el yunquista es mayor, eso vale un premio. Se puede ser el más corrupto, el peor operador —sí, tú, Pablo Montiel Solana— o un auténtico parásito tiragrilla —ídem—, pero si la obediencia es ciega, siempre habrá un lugar en el círculo cercano.

Una vez hecha la aclaración, la decisión de Rivera Pérez de entronizar en la dirigencia a su empleado suplente parte de que en el Ayuntamiento de Puebla ha sido el más leal entre los cortesanos viperinos, conoce de primera mano los números reales con que opera la gestión panista y sobrevivió a la embestida que los hermanos Guadalupe y Bernardo Arrubarrena García lanzaron en su contra, en su afán de imponerle al fallido candidato a la gubernatura a su sucesor. Adán junto con el vendedor de cables Carlos Montiel Solana, el parásito de Enrique Guevara Montiel y otros más hicieron bloque para contener a los Arrubarrena y ganaron la partida.

En el periodo de campaña, a Eduardo Rivera no le interesaba que la ciudad se fuera a pique —ya se vio que la mayoría de las torpezas cometidas por Domínguez Sánchez terminaron por pegarle directo a la campaña— sino que los negocios y transas a costa del erario continuaran su marcha, además de acomodar todo para entregar el poder en octubre.

Así pues, una vez que dejen el poder, Eduardo Rivera y su equipo se refugiarán en el Comité Directivo Estatal del PAN y desde ahí lanzaran su defensa ante cualquier intento del Congreso del estado por negarse a aprobar las cuentas públicas de la mafia yunquista.

No hay otra persona más idónea que aquel que suplió a Eduardo Rivera, que conoce las tripas de las transas y cochupos y sabe cuanto apretar al estar en riesgo de que los metan a la cárcel.

El yunquista, por su parte, no tendrá que salir a defenderse ni desgastarse en los dimes y diretes, para eso tendrá a su empleado en la dirigencia.

Fiel a su costumbre, Eduardo Rivera quiere que su velador sea el que de la cara y se manche las manos.

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