Después de una larga agonía, se confirmó que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Puebla dejará de existir a partir del 1 de enero de 2025, una historia que comenzó el 5 de mayo de 1989 y que llegará a su fin el 31 de diciembre de 2024, si es que la cascada de impugnaciones que presenten ante los tribunales electorales no dice los contrario. La pérdida del registro del partido político que surgió como una alternativa de izquierda ante los partidos tradicionales, que estuvo a punto de ganar la presidencia de la República en dos ocasiones y que terminó como aliado —más lastre que aliado— de sus antagonistas históricos como lo son el PAN y el PRI, debe ser algo que se analice a fondo ahora que el sol se apagará. ¿Qué fue lo que los llevó de ser un valioso aliado para lograr la primera alternancia en el gobierno estatal en 2010 junto al PAN, PT, Convergencia y Nueva Alianza, a ser incapaces de siquiera alcanzar el 3 por ciento de la votación válida emitida en las elecciones de diputados locales y presidentes municipales? Tal vez en esa misma pregunta se encuentra la respuesta: el alejarse de sus principios fundacionales a costa de ganar, y con ello nos referimos aliarse con el morenovallismo, dejar de formar cuadros competitivos para sólo acompañar a los que proponían sus aliados y simplemente no respetar a la militancia que se negaba a estas coaliciones con sus antagonistas históricos. Esas serán algunas de las cuestiones que deberán analizar a fondo los culpables de la extinción del PRD, entre ellos Carlos Martínez Amador, Julián Rendón Tapia, Roxana Luna Porquillo y Arturo Loyola, quienes apoyaron hasta el final las aspiraciones de Eduardo Rivera para competir por la gubernatura de Puebla y convalidaron que el Yunque se apoderara de las principales candidaturas de mayoría relativa y representación proporcional. Tal vez haya más de uno que extrañe al PRD, aunque no lo debería hacer tanto, pues no descarten que quiera regresar con otro nombre, color y forma.
EL PRIAN SE HUNDE
La controversia en torno a la nominación de Néstor Camarillo al Senado ha puesto al descubierto un problema grave dentro del PRIAN: el descaro y el poco interés de cuidar las formas para realizar sus cochupos. En Zacapoaxtla, la entrega de una constancia de servicio comunitario supuestamente justificando su postulación indígena revela no solo la opacidad del proceso, sino también el respaldo del edil Evelio Navarro, dejando a los pobladores desconcertados sobre cómo un desconocido como Camarillo podría haber accedido a tal cargo sin el respaldo claro de la comunidad. Este episodio no es un caso aislado. A nivel estatal, el PAN y el PRD enfrentan sus propias resacas electorales. El PAN, en lugar de asumir responsabilidades, ha preferido culpar a sus militantes por la derrota electoral, mientras que el PRD ha perdido su registro debido a una votación insuficiente. Ambos partidos, al igual que Camarillo, están sumidos en un hoyo de longitudes alarmantes y ya poco pueden hacer para salvarse a sí mismos.
UN AYUNTAMIENTO REBASADO
Eduardo Rivera y Adán Domínguez dejaron claro su incapacidad para hacer frente a la delincuencia en los mercados municipales. El último caso que puso en relieve este problema fue el mercado Zapata que ya tiene totalmente controlada la agrupación comercial 28 de Octubre con cuotas de hasta 500 pesos por derecho de piso. A los afectados no les ha quedado mayor opción que ir hasta Palacio Municipal para pedir al Ayuntamiento una cosa: que hagan su trabajo. Los panistas tuvieron 3 años para marcar una diferencia que tanto presumieron, pero quedó de manifiesto que entre slogans de campaña y enfocados en una campaña electoral perdida, la delincuencia simplemente los rebasó por la derecha.