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lunes, noviembre 25, 2024

La chica del burdel y la risa del judicial

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Mi primera referencia de los jueces data de Huauchinango.

En los años ochenta, todos los viernes había grandes comilonas a las que iban el juez, el agente del ministerio público, el notario, el registrador público de la propiedad, el líder del PRI y un operador ligado a cierto político en bonanza.

Ahí corría de todo: desde los buenos negocios hasta el ron y el brandy.

No faltaban las secretarias de algunos de los personajes: chicas guapas, jóvenes, aspiracionistas.

(El aspiracionismo en esos años se medía en función del contacto con el poder, lo que incluía el inevitable contacto carnal).

Imaginemos esas comidas en el México de 2024, cuarenta años después de esa pintoresca escena.

Imaginemos, pues, a la ministra Piña, al fiscal Gertz Manero, a un notario poderoso (el esposo de Olga Sánchez Cordero, por ejemplo), a Mario Delgado y a un operador ligado a un político en bonanza.

Todos ellos, ufff, en el contexto de una comida semanal.

(Suena difícil reunir a más de dos de ellos. Aunque la ministra Piña tuvo la audacia de sentar a Alito Moreno, el impresentable dirigente nacional del PRI, con ministros y magistrados).

Pero hace cuarenta años —en ese México salido de una película mexicana de los hermanos Almada— todo eso era posible.

Recuerdo la comparecencia de una chica abusada por su padrastro rindiendo testimonio ante una secretaria de Juzgado que la agredía con la mirada y con el interrogatorio:

—¿Entonces qué te hizo tu padrastro?

—Me… tocó…

—¡Aquí dice que te la metió! ¿Te la metió o no?

—Siií…

—¿Y te gustó?

—Nooo…

—¡Cómo no! ¡A todas nos gusta! ¿Te gustó o no?

—Pus sí…

El resultado lo puede imaginar el hipócrita lector: el padrastro fue exonerado y la menor de edad tuvo que regresar a la escena del crimen… con el criminal dentro.

¿Era otro país?

Aparentemente sí, pero sigue siendo el mismo de 2024.

¿Qué arreglos hacían el juez y el MP en esas juergas?

Todos los imaginables.

Y es que uno era el que enviaba a un ciudadano a la cárcel y otro era el que lo podía sacar.

O, de común acuerdo, ambos tenían la capacidad de hundirlo o exonerarlo.

¿Qué papel jugaba el operador del político en bonanza después del tercer trago de brandy Viejo Vergel?

El de cerrar con el juez, el MP y el registrador público jugosos negocios ligados a amplias extensiones de tierras, tales como juicios de usucapión y otras lindezas.

¿Y qué papel jugaba el líder del PRI?

Todos los posibles, incluyendo candidaturas.

De ahí que el mundo girara en la órbita que esos señores quisieran en esas grandiosas comilonas a las que a veces iba, por cierto, el jefe de la policía judicial en la región: un depravado que en una noche de copas le arrancó el clítoris de una mordida a una chica que trabajaba en el burdel de Xicotepec de Juárez.

Y entre las risas de los comensales, el miserable narraba esta historia de terror.

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