El veredicto del juicio en Nueva York, donde el expresidente Donald Trump fue encontrado culpable de 34 cargos relacionados con el pago para silenciar a Stormy Daniels, ha generado un torbellino de reacciones políticas y mediáticas. Este veredicto, que confirma la culpabilidad de Trump en la falsificación de registros comerciales para ocultar pagos de dinero a una actriz de cine para adultos con el fin de influir en las elecciones de 2016, es un hito en la historia política estadounidense. Sin embargo, más allá del escándalo y la indignación, los demócratas deben replantear su estrategia y centrarse en aspectos que realmente importan a los votantes.
Las respuestas al veredicto han sido, como era de esperarse, tan polarizadas como la vida política estadounidense. Los detractores de Trump, incluidos muchos de sus rivales políticos, celebran lo que consideran una victoria para la justicia y una confirmación de la corrupción que ha caracterizado a su carrera entera. Por otro lado, sus seguidores fieles, como Mike Johnson, el coordinador del Congreso, han denunciado el juicio como una persecución política, argumentando que es un intento de los demócratas para minar la influencia de Trump antes de las próximas elecciones. Trump mismo ha reaccionado con su habitual mezcla de venganza, agravio y teorías conspirativas, lo que no es una sorpresa para quienes han seguido su carrera política.
Es crucial que los demócratas no se queden atrapados en el torbellino de este escándalo. Como argumenta Paul Begala, estratega demócrata, los demócratas deben poner a Trump “en juicio” por sus políticas y no solo por sus crímenes. Las elecciones presidenciales no son un premio a la buena moralidad; son una entrevista de trabajo donde la pregunta esencial que se hacen los votantes es: ¿qué vas a hacer por mí? Me parece central esto no solo en el caso de las elecciones estadounidenses, sino de las recientes ocurridas en México, con los resultados que ya sabemos (y sabíamos desde el inicio de las campañas por las encuestas, que no mintieron).
Las encuestas, en el caso de Estados Unidos, muestran que la opinión de la mayoría de los votantes no cambiará con el veredicto, y con razón. Los votantes están más interesados en cómo las políticas de los candidatos afectarán sus vidas diarias. Por lo tanto, los demócratas deben redirigir el enfoque hacia los problemas que realmente importan a los estadounidenses. Aunque pueden inclinarse. Un 20 por ciento de los electores Pro-Trump dicen que pensarían votar distinto (16 por ciento, que lo pensarían, 4 que definitivamente buscarían otro candidato si Trump resultara culpable). Es un mínimo. Habría que preguntarle, también, a los indecisos. Esos votantes que podrían renunciar a toda idea de Trump después de este juicio. Necesitaríamos no solo ver una nueva encuesta, sino pensar en que, de aquí a noviembre, como es la política actual, esto puede haberse olvidado totalmente.
No nos olvidemos que Trump siempre sale ileso, o fortalecido cuando se convierte en víctima. Dijo en algún momento que podría salir de su torre y dispararle a alguien en la 5ta Avenida sin consecuencias. Hasta ahora parece estar en lo cierto. Los electores duros republicanos no piensan en el carácter moral del presidente. Ni siquiera los cristianos, quienes en realidad actúan con doble moral en apoyarlo. Por eso en lugar de validar el narcisismo de Trump, los demócratas deben centrarse en los problemas de la vida de los votantes. Deben recordar a los estadounidenses que Trump ha sugerido recortes a la Seguridad Social, Medicare y Medicaid; ha querido desmantelar Obamacare, prometiendo eliminar millones de seguros de salud; ha propuesto retroceder en las políticas ambientales a cambio de apoyo financiero de los ejecutivos petroleros; y ha llenado la Corte Suprema con jueces partidistas que han revertido Roe v. Wade y podrían atacar el matrimonio igualitario y la anticoncepción a continuación. El conservadurismo apenas empieza. Además de la campaña casi Shakespeareana de venganza que se avecina si gana, donde viviríamos cuatro años de intentos de juicio y encarcelamiento de todo aquel que se le haya opuesto en el pasado reciente.
Nunca más que ahora, los demócratas deben subrayar cómo las políticas de Trump han socavado la seguridad de la clase media. Trump bloqueó el proyecto de ley de seguridad fronteriza más sólido en décadas, se inclinó ante el dictador ruso Vladimir Putin y propuso recortes de impuestos para sus compañeros multimillonarios. Estas políticas no solo son perjudiciales, sino que también reflejan una indiferencia alarmante hacia las necesidades y preocupaciones de la clase media estadounidense, la que más vota.
Las campañas deben centrarse en la vida de los votantes, no en los crímenes de los políticos. Los demócratas deben argumentar que las políticas de Trump decimarían a la clase media y que esto debería ser considerado un crimen metafórico. Al enfocar la atención en cómo las propuestas de Trump impactarían negativamente en la vida cotidiana de los estadounidenses, los demócratas pueden construir una narrativa que resuene más allá de los escándalos y que se centre en lo que realmente está en juego para los votantes.
En conclusión, mientras el veredicto contra Trump es por supuesto histórico, es esencial que los demócratas miren más allá de los titulares y dirijan su energía hacia los problemas que afectan directamente a los ciudadanos. Al hacerlo, pueden construir una campaña que no solo critique a Trump, sino que también ofrezca una visión positiva y concreta para el futuro de Estados Unidos. Quizá por eso Biden ha permanecido inusualmente callado después del veredicto que hace que Trump sea el primer presidente de la historia de Estados Unidos convicto por un crimen (o 34, en este caso). El primer debate se antoja una pelea máscara contra cabellera…