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lunes, noviembre 25, 2024

Semana 1: Humor Digital lapida a Eduardo Rivera

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Los indicadores sobre la Escucha Social Digital, que miden el humor de los usuarios de redes sociales, se convirtieron en una de las principales herramientas en un proceso electoral. Su uso correcto o la estrategia incorrecta pueden convertirse en el factor que ayude a ganar o perder a un abanderado.

Las estimaciones más conservadoras apuntan a que las redes sociales aportan actualmente hasta un siete por cierto de intención de voto a un candidato. Aunque esa cifra depende de la estrategia y la adecuada orientación que se haga, no deja de ser un margen muy importante cuando existe una lucha cerrada entre los abanderados.

En los hechos, las redes sociales desplazaron a los partidos políticos pequeños que actualmente aportan, a una campaña electoral, entre el tres y cinco por ciento de la votación.

En el caso de Puebla no estamos en una disputa cerrada, más bien nos encontramos con un puntero indiscutible, Alejandro Armenta Mier, y un candidato que carece de una estrategia clara para remontar lo más de 20 puntos de diferencia entre ambos.

Lo interesante del análisis de la Escucha Social Digital del proceso electoral local es que permite acercarse a las entrañas del fracaso en que se ha convertido la ruta de Eduardo Rivera rumbo a Casa Aguayo y cómo la incapacidad del Ayuntamiento de Puebla le ha cobrado una muy cara factura.

Aquí la prueba.

Un estudio de la herramienta digital Golden Companies reveló que, en la primera semana de campaña, Eduardo Rivera pasó de estar cobijado por la ayuda digital de la candidata presidencial del PRIAN, Xóchitl Gálvez Ruiz para generar una competitividad en este terreno, a cargar el costo político de la incidencia delictiva en la capital y la timorata reacción del Ayuntamiento de Puebla, en el que despacha su socio comercial Adán Domínguez Sánchez, de evadir la responsabilidad y repartir culpas.

Los datos recopilados en la Escucha Social Digital dan cuenta que, en las primeras horas del 31 de marzo cuando inició de la campaña electoral, el candidato de Sigamos Haciendo Historia, Alejandro Armenta Mier, dominó la conversación con aproximadamente 6 mil publicaciones.

Eso prendió los focos rojos y llevó a que la estrategia digital fuera tomada por el equipo de Xóchitl Gálvez que estaba en la entidad para respaldar al exalcalde de Puebla y demás candidatos de Mejor Rumbo para Puebla.

La intromisión quedó de manifiesto, según Golden Companies, a través de cuentas automatizadas provenientes de la alcaldía Miguel Hidalgo de la Ciudad de México. Gracias a esa situación, Eduardo Rivera tuvo un repunte en su actividad digital.

Sin embargo, el 2 de abril todo se desvaneció y Eduardo Rivera quedó desnudo en la plaza pública.

El 3 de abril, las herramientas de escucha digital detectaron un aumento en las publicaciones sobre Eduardo Rivera Pérez en un tono ampliamente negativo después de conocerse el trágico asesinato de la influencer Vielka Pulido y su novio en una zona muy transitada por los habitantes de Puebla.

La situación pudo contenerse, pero ahí fue cuando se comprobó una ausencia total de estrategia de Eduardo Rivera y del Ayuntamiento de Puebla. La actitud de ignorar el hecho o evadir la responsabilidad resultó muy costoso máxime cuando esa misma semana, el abanderado panista presentó su propuesta de combate a la inseguridad.

En la evaluación semanal, realizada a través de Golden Companies, se constató que la mayoría del contenido digital relacionado con Rivera Pérez tenía un tono negativo, alcanzando una cifra histórica del 44.1 por ciento, mientras que un 14.9 por ciento del humor digital era neutro y el resto mostraba apoyo y/o sentimiento positivo.

Al finalizar la primera semana de campaña, Eduardo Rivera Pérez sumó 30 mil 800 menciones, en comparación con las 36 mil 900 de su contrincante Alejandro Armenta, con la salvedad de que este último generó un comportamiento orgánico desde la propia entidad poblana.

Sin estrategia, con un Ayuntamiento de Puebla que se comporta como su enemigo y el resultado de una errática política de combate a la inseguridad, Eduardo Rivera ya siente los estragos de sus propias torpezas. Y los datos duros está a la vista.

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