Este fin de semana tuve un efecto mariposa, esto es, una serie de sucesos y decisiones de último minuto que van a cambiarme el año, de eso estoy segura.
Les cuento, pónganse cómodxs:
I
Fui a CDMX por cuestiones laborales. La librería U-tópicas que está en el corazón de Coyoacán, aceptó distribuir mi libro El pan de la vergüenza (Coyoacán, 2023) Quise ir el jueves, sin embargo, la comida con papá se extendió. El viernes se estaba complicando porque tenía que estar a mediodía en Polanco, después en Tacuba y más tarde me vería para cenar con dos amigos escritores.
El tiempo se acomodó y llegué a la librería con el rayo de sol de las cinco de la tarde. Ahí me enteré que Elvira Liceaga, presentaría su libro, Las vigilantes (Lumen, 2023).
Me quedé entonces a escuchar una charla íntima y divertida de tres mujeres escritoras y amigas talentosas. Entre el público estaba Jazmina Barrera, de quien estoy leyendo Punto de Cruz (Almadía, 2021) y, si la memoria no me falla —andaba yo eufórica—, está próxima a publicar con Pengüin Random House, un ensayo sobre Elena Garro.
¡Vaya coincidencia! Saludé a ambas escritoras, les expresé mi reconocimiento y, por supuesto, me tomé la foto de rigor.
2
En esta historia se cuela una cómplice, mi hermana, protagonista de el cuento El paliacate rojo en mi libro antes citado. Nataly es menor que yo cinco años y mi antítesis: alta, güera y belicosa. Subirme a su camioneta es escuchar a todo volumen El popeye, Alucín o Bling Bling. Estuvo a mi lado como Uber, fotógrafa y manager por las veces que ha ido a Zacatlán y yo no reparo por tlacoyos, pan de queso y un buen café todas sus mañanas pueblerinas.
Aquí, el efecto mariposa recae en ella. Rechazó el plan con las amigas para quedarse a su primera presentación de libro con una escritora que no fuera yo. Ella ha estado en todas, sí, en todas mis presentaciones de CDMX y Zacatlán. Estaba atenta, tomaba fotos, había una emoción distinta en su cara y por supuesto, quiso leer el libro de Elvira.
Escritoras mexicanas 1 – Peso Pluma 0
Mis amigos llegaron a la librería y nos fuimos a recordar épocas estudiantiles a un bar cercano. Un litro de cerveza para ellos tres, alitas para todos y yo, gin&tonic, mi trago de confianza desde la pandemia.
No supimos ni cómo ni a qué hora nos dio la madrugada. ¿De qué hablamos? lo mismo de las becas para escritores que del duelo, la última voluntad o de la canción de moda Martillazo en el ano.
3
Empezó la FIL-Minería y yo ando en busca de Juan Villoro desde que leí La figura del mundo (ver reseña del 29 de enero). La cita era el sábado a la 1:00 pm. Desperté temprano, mejor dicho, apenas y dormí, a veces olvido que la CDMX de por sí ruidosa, lo es aún más, los fines de semana.
A Nataly la convencí de que me acompañara a desayunar al Café Popular del Centro Histórico, el cual es famoso por su lechero, el pan y por mantener intacta su decoración que data de los años cincuenta.
Mí cuento de El último lunes está inspirado en ese restaurante, a donde mamá nos llevó desde niñas y que en pleno 2024 sigue aceptando pagos solo en efectivo.
Mientras devoraba unas enchiladas verdes, convencí a Nataly de acompañarme hasta el Palacio de Minería. Ya ahí, entre la gente, decidió entrar conmigo para conocer la antigua Facultad de Ingeniería y de paso, a otro escritor.
La charla con Juan Villoro estuvo fascinante, habló sobre su libro No fue penal (Almadía, 2023) acompañado de Marion Reimers, comentarista deportiva. Mi hermana reía y estaba atenta como niña en fiesta infantil a la hora del show. Me tomó fotos, video y a cuantos podía, me presentaba como su hermana la escritora. Y yo, que siempre cargo El pan de la vergüenza conmigo, vendí y firmé uno con la misma felicidad que las decenas de libros que Juan Villoro estaba dispuesto a firmar.
Escritorxs mexicanxs 2 – Maluma 0
4
Salí de la FILPM con cinco libros, entre ellos Troika y Yo maté a un perro en Rumania y me despedí de mi hermana en Bellas Artes. Ella hacía Taxqueña y yo rumbo a Zacatlán, no sin antes agradecernos entre besos y abrazos por el fin de semana literario y la complicidad.
A veces te extraño tanto CDMX . . .