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jueves, noviembre 21, 2024

¡Auxilio! Me topé con Premio Nobel

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Mis recuerdos de la infancia son pocos, he pasado por varios psicólogos y todos han concluido que es una resistencia de la mente para mantenerme a salvo y cuerda. ¿Qué somos si no los momentos que decidimos recordar? Mi abuela María, en cambio, recordaba todo, todo hasta que la señora demencia se coló por su ventana.  

Cada vez que me falla la memoria pienso en ella, en cómo perdía la noción del tiempo, pero jamás su rutina mañanera. El día anterior a su muerte, insistió en tomar un largo baño a pesar de que apenas podía mantenerse en pie. Se peinó y se encremó para nunca más llegar al café negro y el bolillo de todas las noches. 

El Premio Nobel 2023 escribió sobre ello. La vida y la muerte en su libro Mañana y tarde (Nórdica Libros, 2023) Del escritor conozco casi nada, como varios lectores lo busqué después de que recibió el galardón de galardones. Mi favorito era Mircea Cãrtãnescu, ¿ya leyeron El ruletista? ¡Uf!   

Compré el libro del noruego con el entusiasmo de quien va por primera vez a Taxco buscando la mejor plata y le dan alpaca.  A las diez páginas —veinticuatro en realidad— supe de qué iba la historia: La Mañana es el parto de un niño a quien llamarán Johannes y la Tarde, la vejez de Johannes, sus rutinas de viudo, la pérdida de sabores, de la realidad, del entusiasmo y la soledad.  

Penélope Córdova, escritora fantástica y tallerista, siempre hace hincapié en que, si el lector descubre desde un inicio en qué acabará aquello, el escritor en cuestión, ha perdido un seguidor. Jon Fosse, hipócritas lectores, me perdió con Mañana y tarde, muy temprano.  

Me costó acabar las ciento dos páginas del libro. Lo más espectacular que encontré en él fue la edición, no por nada cuesta alrededor de 350 pesos. Páginas del grosor de la opalina, blanquísimas, hacen que la tinta negra de las letras contraste cuál vestido negro en una noche de gala.  

Quiero pensar que la traducción al español no le hace justicia a Fosse o que mi cabeza tan cuadrada para la gramática no encuentra fabulosa su apuesta de estilo:  

Y todo ha salido bien, dice  

Ha ido todo bien para la madre y para el niño, dice  

Y ahora tienen que descansar, están todos agotados, ahora tienen que descansar, dice 

No hay guiones para los diálogos, ni puntos finales. Prefiere atiborrar de “dices” que tornan tediosa la lectura, ya no digamos de la puntuación, el escritor prefiere omitir o hacer uso de la “y” tantas veces como se le antoje, pareciera que estoy leyendo a un estudiante de primaria narrando su día a día en lugar de a un Premio Nobel de Literatura.  

¡Auxilio!  

Que alguien aclare mis dudas. Quizás sea mejor como dramaturgo, porque como poeta, también tengo mis dudas. Quizás no soy para él y él no es para mí. Me pasó lo mismo con Rayuela de Cortázar y con Serotonina de Houellebecq.  

Un amor fallido cualquiera lo tiene.  

Despido este libro con una frase que encierra la premisa de Mañana y tarde, por si quieren ahorrarse la lectura: “las personas desaparecen mientras que las cosas permanecen…” 

Los viejos viven de rutinas porque la vida dejó de apurarles, ya solo queda esperar.  

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