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sábado, noviembre 23, 2024

Una cumbia para José Agustín Rock me Amadeus!

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José Agustín fue el relámpago de una época.
Hoy que José Agustín nos ha dejado hemos
quedado un poco huérfanos. Huérfanos de
una orfandad intelectual, emotiva, rockera y
contracultural.
Este adiós fue paulatino e intangible.
Cuando un escritor deja de escribir, desaparece su pensamiento. Ese carnaval neuronal, la irrupción de un lenguaje menor, el cuerpo texto danzante.
Nos hemos vuelto, en los últimos años ciclopes y mutantes de un apocalíptico mundo tecnológico. Un mundo
conservador y neoliberal reemplazó las utopías libertarias
de los sesenta.
El mercado transformó al rock, a las comunes jipis, a los
fármacos y drogas, en mercancías y dispositivos de control social.
The dream is over. Mataron a John Lennon; Tatcher y
Reagan dominaron el mundo. Bye, bye Unión Soviética.
Bye bye comunismo. Corrían los ochenta.
***
José Agustín fue un poco Kerouac y un poco Joyce, fue
el discípulo disidente del taller de Arreola y escapó de la
etiqueta reduccionista que la crítica literaria dominante le
quiso imponer: La onda.
Lo que es “onda” no es escritura.
La escritura, el bien preciado. Fetiche del show room
literario.
***
También se fue, muy joven, Parménides García Saldaña,
un escritor bien macizo, que nos dejó una novela incómoda, Pasto Verde. También se fue, hace unos años, Gustavo
Sainz, autor de Gazapo. Otra bofetada en el canon culto y
letrado de la solemne y puritana literatura mexicana.
También se fue el novelista y dramaturgo,Vicente Leñero, cuyas primeras obras eran celestiales y terrenales,
atravesadas por la fe católica.
Le siguieron Juan Tovar y Luis Zapata con su vampiro
del mundo gay.
Agustín Ramos y José Joaquín Blanco todavía viven. Lo
mismo que la gran poeta mexicana Elsa Cross.
José Agustín apareció en los márgenes del boom. Y antecedió a la saga literaria de Roberto Bolaño en su novela
sobre la ciudad letrada mexicana, la Tenochtitlan poética,
Los Detectives Salvajes. Arturo Belano y Ulises Lima pertenecen a la corte letrada y anticanónica inventada por José
Agustín en sus novelas precoces La tumba y De perfil.

José Agustín como Revueltas y Robert Fripp, como Ulises de un México convulso e inabarcable, resistió a la domesticación de la Gran literatura, y en calidad de paria de
la Ciudad Letrada la grafiteó y creó una República hedonista, al estilo de los filósofos cínicos.
El espíritu de De Perfil es la de una novela musical y resonante. Los jóvenes personajes de De Perfil someten y descartan la vida adulta. No la anhelan sino la exhiben como el
aburguesamiento contra el cual hay que rebelarse. De Perfil
formó parte del ambiente cultural de la ciudad de México.
Se publicó en 1964, e impregnó a su generación de un ethos
altisonante, lúdico, rockero, contracultural. La conciencia
de un presente en que los jóvenes eran sujetos de la historia.
Años después, el movimiento estudiantil de 1968 renueva
esta concepción y aunque De Perfil es una novela literaria o
contracanónica incendió el paisaje de la ciudad letrada.
En México, por lo menos el cumbianchero, periférico,
callejero, anticolonial, izquierdos y rijoso, el México de
los muchos, del hoyo negro de la resistencia, el eléctricamente darkie, el punketo-Mariachi mexicano, el de Selene y los Dinos, el que leyó a Monsiváis en el potro salvaje
de la historia, el que lee literatura mexicana como si fuera sociología y etc., en ese México solo hay agustinistas y
transgresores del canon, dinamiteros de la literatura consagrada y de la literatura globalizada.
Hay que poner una rolita de King Crimson. Abandonar
esos códigos fosilizantes que hacen de la literatura mexicana ese gran fetiche, representaciones del poder, y dejar
que un riff surja mientras baterista batertonto tamborilea
en la tarola con un hip hip, hola, un hip hop, de los bíceps, I mean, los bitles, o bisquets, y releer a Jung, a don
W. Reich, a cop sop, lo que enciende, tu light up my fire. Y
Oliveira, reapareció. Abandonó París y persiguió a su Requelle, ma belle, y tú sabes que todo se desvanece, un bit
bit. Y regresamos al cielo oscuro que presagia una literatura, sont des mots qui vont très bien ensamble. Shut down.

 

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