La selección de Alejandro Armenta como coordinador de Morena para Puebla demuestra la relevancia de caminar y hacer tierra: Wanderlust.
Andrés Manuel López Obrador durante más de tres décadas se mantuvo vigente como líder opositor porque recorrió todo el país.
Andrés Manuel caminó y caminó cada ranchería, comunidad apartada y plaza del país. Cruzó ríos y vados. Y en pueblitos olvidados, propios de la narrativa rulfiana, comió molito y llevó su mensaje antisistema.
Andrés Manuel nunca dejó de caminar.
Mientras los medios, hegemónicos y neoliberales (televisoras, estaciones de radios, periódicos), lo ignoraban y fomentaban la ideología anti-peje, Andrés Manuel siguió caminando.
Fue como el profeta Isaías en el desierto.
Durante el plantón del 2006, los medios de comunicación defenestraron la lucha democrática contra el fraude electoral.
Los medios se regocijaban en descalificar la lucha obradorista y a sus seguidores en Puebla los llamaron “paleros del Peje”.
En un símil, que, como cualquier analogía, no está exento de riesgos retóricos, Alejandro Armenta demostró que caminar, recorrer todas las regiones del estado durante los últimos 30 años, permite crear una base social y simpatías duraderas.
Armenta no fue el candidato de la oligarquía poblana, la cual se refugió en Adán Augusto López y sus amigos, con la esperanza, como sucedió en el neoliberalismo, de obtener candidaturas a punta de billetazos.
(Es difícil ser la cabeza de playa de la oligarquía poblana y al mismo tiempo abanderar una agenda de izquierda y lograr las simpatías populares en un modelo de izquierda-populista).
Armenta tampoco fue el candidato de los medios.
Mucho menos el candidato de la cúpula gobernante local, ni de la élite política. (Ambas jugaron a poner un sucesor o una sucesora).
La narrativa mediática bregó en su contra.
Las promesas de un futuro mejor para los sectores mediáticos fueron un canto de las sirenas para la opinión ilustrada.
La “cercanía”, imaginaria de uno de los aspirantes a coordinador con el presidente de la República, sirvió como la creencia impulso de este canto de sirenas.
La creencia de esa narrativa: de que era el legislador más cercano a AMLO fue contraproducente. Porque en el obradorismo lo que cuenta es estar cerca del pueblo y compartir los ideales de la 4T.
Nadie dijo que estar cerca del presidente te hace candidato. Ahí está el caso de Adán Augusto, poderoso secretario, borrado por el diputado Gerardo Fernández Noroña, quien no puso espectaculares ni se placeó con empresarios y mostró mejores números que Adán.
Con la selección de Armenta Mier como coordinador, inició la cargada en Morena.
Los cuadros morenistas, políticos aliados de Morena, empresarios y sectores diversos mandaron mensajes de reconocimiento al nuevo coordinador.
El gobernador Sergio Salomón jugó con Julio Huerta y Olivia Salomón, cartas rezagadas en las encuestas, también reconoció al nuevo coordinador. Este martes, Armenta e Ignacio Mier se dieron el abrazo de Acatempan.
Ignacio Mier es un político que reúne cualidades de diálogo y trascendió el riesgo de romper con Morena; amago de fractura impulsado por sus ultras, al que no sucumbió.
El reajuste en el espacio político local se puso en marcha.
Los “apestados” del pasado, conducirán el destino de la 4T en Puebla. Quienes jugaron el rol de descalificar a la disidencia morenista, imaginan una pesadilla digna de Resident Evil, cuyo videojuego salió antes que su película.
A la izquierda
La otra vertiente de la narrativa antiArmenta es que no defendía las causas de la izquierda y de la 4T y que preparaba una fractura. Lo cual es falso. Un vistazo al trabajo senatorial del político poblano muestra su congruencia con la agenda zurda.
Propuestas como la nacionalización del litio, colocan a Alejandro Armenta en el espectro chairo porque el litio es un elemento clave para la soberanía nacional.
A esto hay que sumarle que Armenta defendió al Poder Ejecutivo y al Legislativo, en una disputa con la magistrada y presidenta del Poder Judicial.
Desde el senado, Armenta respaldó las propuestas del presidente como la reforma al Instituto Federal Electoral y las medidas para elevar a rango constitucional los programas sociales.
Por lo que escamotearle a Armenta su militancia morenista es solamente un cliché, que ocupará el PAN en los próximos meses,y que repitieron sus detractores.
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El propósito de la política ya sea de centro, de izquierda, o de derecha liberal y socialcristiana, es cambiar y transformar las condiciones de vida de las personas; acelerar estos procesos y darle a la gente herramientas de transformación.
El viejo Estado priista, con todas sus fallas e inercias, demostró que cualquier decisión política, por costosa que fuera, debía implementarse con el consenso de los sectores sociales.
El logro del viejo PRI, o sea del PRI de la primera mitad del siglo pasado fue la industrialización, las bases de una seguridad social universal y la creación de una clase media. Con el alto costo de limitar la pluralidad y reprimir a los movimientos sociales y disidentes.
Sin embargo, los gobiernos neoliberales arrasaron con todo eso.
Y de no ser por el triunfo obradorista del 2018, se seguiría desmantelando el sistema de seguridad social del país, se privatizaría la educación y otras lindezas neoliberales.
En el fondo, la 4T restablece el Estado Social entre la polarización, el populismo y la disputa cultural por el poder, obligada cita gramsciana.
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El viernes, entre las mujeres resurgió el nombre de Claudia Rivera Vivanco.
Fue la mujer mejor posicionada de Morena en Puebla para la coordinación estatal.
La posición que alcanzó la economista fue una consideración simbólica. Objeto de la ira del gobierno pasado, pero también rompiendo los puentes moderados con el sector gobernante, Rivera Vivanco se reconstruye, más allá de su voluntad.
A su favor juega su militancia morenista y la visión de una agenda progresista y de la identidad.
(Su equipo se atrincheró e inició la diáspora. Esta apuesta emocional reduce los vínculos construidos desde el 2018 con el movimiento social).
El viernes, Rivera Vivanco se colocó de nueva cuenta en la escenografía de Morena.
Rivera Vivanco rescató de sus redes fotografías de la campaña del 2018 cuando Armenta y ella caminaron juntos la ciudad en la campaña ganadora de la exalcaldesa.
El coordinador de Morena respondió en un tuit:
“Estimada @RiveraVivanco_ eres una mujer valiosa en la 4T y en unidad lograremos la consolidación”.
En el 2019, Eloísa Vivanco Esquide, militante morenista y fundadora de Morena, apoyó las aspiraciones a la candidatura a gobernador del senador Alejandro Armenta Mier. Lo mismo que su hermano David Rivera Vivanco.
En el 2018, Claudia Rivera Vivanco se respaldó en la estructura de Armenta. Hicieron recorridos en mercados, calles y juntas auxiliares.
El día de la elección del 2018, dieron de manera conjunta las noticias de sus triunfos.
Sin duda, con el triunfo electoral morenista del 2018, se alinearon las piezas para el 2024.
Armenta y Rivera Vivanco, desde ese momento eran, como bien lo leyó la cúpula gobernante, los aspirantes a vencer.
Quizás esta dupla se repita en 2024, si la ecuación del género, la identidad partidista y la rentabilidad electoral, se armonizan.
Este fue el escenario que el pasado quiso evitar. Pero en las tragedias griegas, al querer evitar la profecía, la cumplen.
La irrelevancia del consejo político
Llama la atención, así, el funcionamiento del Consejo Estatal de Morena semanas atrás.
La actuación de los consejeros fue antidemocrática.
El Consejo Político Estatal de Morena que no eligió entre sus propuestas ni a Alejandro Armenta ni a Claudia Rivera mostró su fragilidad, su falta de visión política y su falta de compromiso con la Cuarta Transformación.
Los consejeros enviaron un dañino mensaje ya que no eligieron a ninguno de los dos aspirantes, mejor posicionados en las encuestas.
El Consejo político estatal de Morena perdió legitimidad y credibilidad. Actúo de manera sectaria, no valoró los intereses del pueblo, tal y cómo mostraron las encuestas.
Los consejeros de Morena deben dejar de creer que tienen dueño. Como consejeros su único dueño es el pueblo. (Aunque suene tautológico).
Coda
Sigue un largo compás de espera.
Morena es un partido-movimiento en construcción y el reto para el 2024 es convencer, ganar y gobernar bien. La ciudadanía es exigente. Hay un grado importante de electores qué no tienen aún una preferencia electoral.
Si Morena quiere consolidarse debe hacer bien la tarea. De otro modo, su vida política será breve. Además, Morena tiene que luchar contra las tendencias privatizadoras y neoliberales que la acechan en su interior. La hegemonía también es una trampa si nada cambia. El otro gran riesgo es que políticos y gobernantes queden totalmente encapsulados por la inercia y pierden lo que lograron al caminar: la cercanía con el pueblo.
Lo que debe evitar la izquierda es quedar al servicio de la deshumanización, romper con la desilusión reinante y caminar en una ruta alterna, de participación horizontal.