La Organización Nacional del Yunque está en su etapa reload, pero todo indica que nadie les ha informado que los tiempos han cambiado y lo que antes sirvió ahora es una muestra de decadencia. En su surgimiento, la cofradía confesional diseñó una estrategia para arrebatar el poder a través de organizaciones fachada, la mayoría surgidas del vínculo con la iglesia católica a través del concepto de laicos o seglares. A eso se agregó su enquistamiento en el Consejo Coordinador Empresarial que se creó a raíz de la pugna entre el expresidente Luis Echeverría Álvarez con el poderoso Grupo Monterrey, encabezado por la familia Sada. Ese desencuentro y la efervescencia del comunismo a nivel mundial produjeron el caldo de cultivo suficiente para que la ultraderecha saliera de las sombras a fin de ejercer la presión suficiente para doblar a cualquier gobierno y obtener una tajada del presupuesto público. No es extraño que los principales ideólogos se encontraran en Puebla, así como en el occidente y el bajío. La estrategia surtió efecto por mucho tiempo y concluyó con el ascenso del PAN al poder. Los yunquistas, adheridos al PAN, capitalizaron los excesos del priismo —aunque en muchas partes del país eran socios—, forzaron a una apertura del espacio público y lograron los triunfos de la oposición en el norte de México. Con la llegada de Vicente Fox Quezada a la presidencia de la República —que fue producto de toda una larga lucha y no por un fenómeno histriónico— se difundió la noticia sobre la existencia de una organización secreta que operaba en las sombras: El Yunque. Pero los mexicanos comprobamos que los panistas resultaron igual o peores para gobernar. En el caso de los yunquistas, el rechazo principal era por qué una secta, cuyos integrantes nadie votó para acceder al gobierno, hiciera y deshiciera a placer. Hoy que las condiciones sociales y políticas en México han cambiado radicalmente, el Yunque se alista a retomar el poder. La ultraderecha está de vuelta y para eso utiliza la misma estrategia: Operar desde los organismos que integran el Consejo Coordinador Empresarial y montarse en la “moda ciudadana” para controlar a las organizaciones de la sociedad civil. El Frente Nacional Anti AMLO, Sí por México, UNE México son algunos de los nuevos membretes que ahora utilizan gracias a la inexperiencia política de los auténticos ciudadanos. Sin embargo, la diferencia entre la primera y segunda etapa del Yunque es que ahora los conservadores ven en el Frente Amplio Opositor y Unid@s el vehículo para apoderarse de las candidaturas en 2024, principalmente los espacios más jugosos: las plurinominales. Tener el control del proceso de selección interno les permite sembrar a quienes quieran —sobre todo sus viejos militantes— y pactar la derrota en lugares específicos. En el fondo, esta práctica solo confirma la decadencia del yunquismo y su desesperación por sobrevivir a través de prácticas de simulación democrática. La ultraderecha, como en el pasado, utiliza a su favor la inconformidad y polarización contra el presidente de la República para que los suyos lleguen a cargos del poder, principalmente al Congreso de la Unión.