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viernes, noviembre 22, 2024

Tras los pasos de un albañil: lo llaman “El Caníbal de la Resurrección”

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Es una vivienda en obra gris. La falta de terminación de la construcción es el reflejo de la pobreza que se extiende en la zona. Un lugar en una ubicación de alto riesgo: al lado de una barranca en la junta auxiliar de La Resurrección, en la ciudad de Puebla. 

Ese lugar ahora es el centro de mirones y morbosos, pero tras esos ojos pocos pueden entender la brutalidad cometida entre las cuatro paredes grises. 

Lo que se sabe hasta ahora es que el 29 de junio, Álvaro asesinó a su pareja, quien era madre de cinco hijas, pero solo dos vivían con ellos en la calle Ignacio Zaragoza de dicha demarcación. 

No fue un crimen cualquiera. La bestialidad y la locura llevaron a Álvaro a no sólo matar a quien había prometido ser su leal compañera, sino a descuartizarla y comerse su cerebro sin ningún escrúpulo. 

Todo se supo porque el mismo Álvaro, un albañil de 35 años de edad, amante del punk y de la Santa Muerte, se comunicó directamente con sus hijastras para informarles sobre el feminicidio y la brutalidad cometidos. 

Los padres de Monserrat, la pareja de quien ahora es conocido como El Caníbal de La Resurrección, acudieron a la vivienda y descubrieron los restos esparcidos de la mujer de 38 años de edad en la vivienda a la que se mudaron desde 2022, así como en una barranca y un terreno ubicado a un costado. 

Existen algunas versiones de que los familiares de la víctima estaban a tal grado enardecidos que pretendían hacer justicia por su propia mano y fue el propio Álvaro quien pidió la intervención de la Policía Auxiliar. 

Ante los uniformados de la policía municipal, el presunto feminicida se declaró culpable y explicó todo lo sucedido, entre lo que destacó en los principales titulares de la prensa: Que cocinó el cerebro de su pareja para comérselo. 

Ante el hallazgo, los familiares de la mujer dieron parte a la Fiscalía General del Estado y fue así como el crimen comenzó a investigarse. Álvaro, contrario a lo que se piensa, no está detenido por el delito de feminicidio sino por la violación a la Ley de Inhumaciones, por el que ya fue vinculado a proceso. 

Esta jugada jurídica permitirá a las autoridades ministeriales tener el tiempo suficiente para recabar toda la información para vincularlo con el infame feminicidio. 

UN ROMPECABEZAS

El padre de Monserrat, por ejemplo, declaró a varios medios de comunicación que hace varias semanas se enteró que la pareja tenía problemas y se iban a separar. Álvaro habló directamente con él y le dijo que prefería matarla antes de que lo dejara. 

Álvaro atribuye todo a una situación diabólica. Lo hizo, aseguró, porque “el diablo” le había dicho que lo hiciera y porque tenía hambre, según la versión difundida por TV Azteca Puebla. 

Ante cámaras y micrófonos, María Alicia Montiel, madre de Monserrat, abunda un poco más en los cruentos detalles y explica que el 1 de julio, Álvaro llamó a las hijas de la hoy occisa por teléfono para confesar el crimen. 

Con un tono que no expresó culpa, les confesó haber matado a su madre con tres instrumentos: un machete, un martillo y un cincel. 

“¿Mi mamá no te suplicó?”, preguntó una de las hijas en tono agitado y en medio de las lágrimas, mientras él respondió que no: el homicidio lo cometió, a su parecer, rápido y sin sufrimiento. 

Durante la entrevista con Juan Carlos Valerio, la madre de Monserrat se muestra recta durante la mayor parte del diálogo, pero su semblante se derrumba de un momento a otro y las lágrimas salen por sí solas: “Yo creo que a una madre no le gustaría que a su hija se la mandaran en pedazos”, expresa. 

El feminicidio de Monserrat fue un caso anunciado, no sólo por las constantes agresiones físicas y verbales que sufrió a lo largo de su relación de pareja, sino por los excesos de alcohol y drogas a los que Álvaro recurría constantemente, principalmente cocaína, su principal refugio. 

El victimario también fue señalado por actos de acoso sexual contra las jóvenes 12 y 23 años de edad que vivían bajo el mismo techo. 

Al levantarse al baño se las quedaba viendo de forma morbosa e incluso llegó a espiarlas mientras se bañaban, situación que comunicaron a su abuela, aunque Monserrat, presa de las manipulaciones de su marido, le llegó a darle la razón a él en más de una ocasión. 

El terror para Monserrat, sin saberlo, inició hace un año, en julio de 2022, cuando decidió unirse en matrimonio con Álvaro y acordaron vivir juntos en pareja, aunque este lazo se convirtió al poco tiempo en una pesadilla de la que ella nunca pudo despertar. 

Para el último año de su vida, su relación con Álvaro se transformó en humillaciones, golpes y amenazas directas sobre matarla si lo abandonaba. Todo mientras ella cuidaba de sus hijas y él trabajaba como albañil esporádicamente, vendiendo cosméticos, accesorios y ropa como forma de apoyo, según relató MTP Noticias. 

Hoy lo que queda es la vinculación a proceso de Álvaro N. para cumplir con la máxima sentencia esperada por los familiares de la víctima, un caso que, en propias palabras del fiscal Gilberto Higuera Bernal, se encuentra totalmente esclarecido y del cual se darán informes este jueves. 

Mientras, la calle Ignacio Zaragoza de La Resurrección, la casa en obra gris que atrapó en sus paredes las imágenes de la brutalidad, está sellada con cintas amarillas y la advertencia: No pasar

Esa instrucción no tiene ningún efecto para el aire que se cuela por los espacios de lo que deberían ser ventanas y puertas.

Tampoco se escapa de la mirada de curiosos y morbosos que no dejan de preguntarse los motivos de quien ahora conocen como El Caníbal de La Resurrección.

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