Cuando no se tiene capital político y se ha vivido de la ubre de las relaciones del poder, ningún político puede aspirar más que a congraciarse con el poder en turno o seguir con su misma forma de hacer las cosas: colgados del erario, del partido o de quien les garantice continuidad. Ese es el caso de Carlos Alberto Evangelista Aniceto, un político que ya no se sabe si es amigo o enemigo de sus propios aliados. El diputado local ha sido uno de los principales que creyeron que podían doblar al exgobernador Miguel Barbosa Huerta, pero él y su grupo terminaron por morder el polvo de manera general, pero no en lo particular ya que se agandalló uno de los primeros lugares de las candidaturas plurinominales al Congreso del estado e hizo que su esposa Julieta Vences Valencia se reeligiera como diputada federal. De paso, apoyó a Inés Parra Juárez para que lograra regresar a San Lázaro. Todo esto lo logró gracias a que hubo un concierto de complicidades entre los diferentes grupos nacionales de Morena que intentaron secuestrar al partido y poner en jaque al entonces mandatario estatal. Evangelista es una persona cercana a Mario Delgado Carrillo, dirigente nacional de Morena, y lo mismo ha respaldado a Ignacio Mier Velazco como a Rodrigo Abdala Dartigues. En el plano nacional, presumía su cercanía con el secretario de Gobernación federal, Adán Augusto López Hernández, pero ahora opera abiertamente a favor del canciller Marcelo Ebrard Casaubón. De hecho, se convirtió en la auténtica avanzada del funcionario federal en Puebla y forma parte del equipo operador. Su trabajo, entre otras cosas, es lograr la penetración del titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, por lo que inició la pinta de bardas en los municipios más importantes de la entidad. El problema es que a tal grado ha llegado su cinismo que junto con la promoción Ebrard decidió pintar bardar que promocionan a su esposa y a él mismo. El colmo de la ineptitud es que dichas bardas que se pueden ver en la zona metropolitana ponen como dirección de casa de campaña ¡un sitio del Valle de Ciudad Serdán! Estamos frente a un caso de pena ajena y que el canciller deberá corregir a riesgo de que terminen perjudicando su imagen con impresentables como el diputado. Por cierto, junto a
Evangelista Vences aparece el morenovallista y presunto golpeador de mujeres Julio Lorenzini Rangel, pero esa es otra historia que en breve le contaremos.
NÉSTOR Y EL TRABAJO SUCIO
Algo pasa en el PRI poblano que su dirigente estatal, Néstor Camarillo Medina, está más interesado en hacerle el trabajo sucio al panista Eduardo Rivera Pérez que en llevar correctamente las riendas de su propio partido. Resulta que el diputado local hizo una especie de berrinche cuando fue interrogado sobre la desbandada que existe en el tricolor hacia Morena. En lugar de hacer un análisis objetivo de la situación, el priista se fue a la yugular en contra del regidor de su partido Iván Galindo Castillejos y el excandidato del PRI a la gubernatura Enrique Doger Guerrero, a quienes exigió renunciar al partido y sumarse a Morena, en donde se encuentra su aliado Ignacio Mier Velazco. El problema es que esa postura al único que parece beneficiar es a Eduardo Rivera y no al PRI. Por el contrario, ahonda más la división del tricolor y sienta las bases para dar por hecho que Camarillo dejó de ser el líder estatal de su partido para convertirse en el ariete del alcalde capitalino en su loca carrera por la candidatura a la gubernatura de Puebla de la coalición Va por Puebla. Ojalá y pronto le jalen las orejas al diputado local, quien parece pensar que todo el mundo gira alrededor de Quecholac. Algunos no dejan de ser pueblerinos nunca.