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sábado, abril 20, 2024

Prófugos del ácido fólico

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Aunque no parezca, soy una persona de aspiraciones moderadas. Sé que nunca ganaré un Cervantes ni mucho menos un Nobel. Ni siquiera participaría en un premio de literatura local. Sé que no lo merezco; soy floja y desidiosa, a pesar de que tengo el tiempo para escribir y meterme de lleno… reconozco mi falta de hambre y mi falta de frío. Estoy situada en la realidad: vivo confortablemente entumida y a veces tengo raptos de manía. 

No creo ser una mujer de inteligencia deslumbrante, pero sí sé que estoy por arriba de la media y de eso me aprovecho. Hay que sacarle partido a lo que uno trae. 

Me gusta burlarme de la gente, mientras considere que esa gente tiene potencial y lo desperdicia, por lo tanto, también aguanto vara cuando alguien más ducho que yo se burla de mí. Es lo justo. 

En ocasiones uno fantasea con ser alguien más. Yo he soñado con encarnar en personalidades arrebatadoras, seductoras: si me dieran a escoger, me gustaría haber sido Anais Nin, esa criatura de salvaje libertad a la que a veces imito desde mi modesta posición de poblana promedio. También hubiera querido ser Billie Holiday o Tina Turner, sin embargo, debo confesar que, de tener opción para vivir otra vida que no fuera la mía, mi top cinco está conformado de personajes masculinos. 

Creo que hubiera matado por ser Michel de Montaigne, Francisco Goya, Frank Zappa, Thomas Bernhard e Igor Stravisnky. 

Como verán, mis aspiraciones moderadas se convierten en puro esnobismo y pedantería cuando se trata de fantasear, ahora bien, hay veces que voy a un lugar más delirante en mi escala de anhelos, y en un plan relajado y divertido, pienso en las cosas que me hubiera gustado inventar. Sería genial ser recordada como aquella persona que hizo por primera vez un zurcido invisible, o haber sido el descuidado que dejó un queso por meses sin refrigerar y se aventuró a probarlo con todo y hongos. ¡La señora Roquefort! no estaría mal. ¿O qué tal aparecer en los libros como la inventora de los popotes o de los cotonetes? 

Gabriel Zaid tiene un gran libro que compila cronológicamente la aparición de cada invento. Es fascinante imaginar al tipo que se dio a la tarea de ponerle cabeza a un micro pedazo de metal y descubrió que lo que tenía enfrente era un alfiler. ¿Quién carajos puede ser tan minucioso y absurdo al mismo tiempo? 

Ahora, parece que todo ya está hecho y no sabemos qué más se podría inventar que no exista. 

Pienso en cómo los abuelos se sorprenden cuando les regalas un Smartphone… caray, no saben qué hacer con ese aparato tan sofisticado que resulta ser más inteligente que sus nietos. 

El ser humano es un surtidor de ideas; es asombroso, cuando quiere, cuando se lo propone, incluso cuando sus obras son resultado del azar. 

Y así como es de sorprendente la capacidad del cerebro humano para crear maravillas, asimismo es increíble su capacidad para superar en ineptitud a los acéfalos. 

Entre las cosas que me gustaría tener o ser dueña, es de una cuenta de Twitter que, precisamente, documenta los casos de estupidez extrema que puede alcanzar un ser humano. La cuenta debe haber sido abierta por un ocioso con visión de ladilla y tiburón, alguien que, como yo, está cada vez más convencido de que el 90% de la especie humana está de más en este mundo por su inutilidad intrínseca. Un misántropo que, paradójicamente, se regocija y encuentra perlas valiosas que ayudarán a los antropólogos del futuro a comprender por qué la extinción del humano estaba cantada y era inminente después del arribo de los millennials. 

La cuenta tiene un nombre genial, tan genial que me da envidia no haber pensado en ese título antes… 

Todo el mundo sabe que el ácido fólico es necesario para que el feto se desarrolle plenamente. Cuando una mujer se embaraza es lo primero que le envía el obstetra desde la visita inicial hasta que culmine la gestación. Al no darle a la madre esta sustancia se corre el riesgo de que la criatura no salga con buena cabeza, en el mejor de los casos. 

Es un elemento vital para la vida, para la inteligencia, para no convertirnos en un ser malogrado. 

Prófugos del ácido fólico es una cuenta de Twitter que está saturada de ejemplos de imbecilidad crónica y degenerativa. 

Los influencers de moda y fitness, y l@s feminazis nacidos en el ocaso del siglo XX y en los albores del XXI son las estrellas del lugar. 

No se lo pierdan. 

Es sociología pura, dura (y deprimente). 

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