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viernes, noviembre 22, 2024

La sagrada familia

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Para ser oposición hay que saber ser oposición y Eduardo Alcántara Montiel dio una lección a la “camarilla” de Eduardo Rivera Pérez al presentar un punto de acuerdo para exhortar al Ayuntamiento de Puebla a que deje de hacerle al tío Lolo y asuma su papel de autoridad. Todo surgió a raíz de la fiesta en la que menores de edad consumieron alcohol y más de una decena terminó tirados afuera del salón Country totalmente embrutecidos sin que el Ayuntamiento hiciera algo. Los argumentos esgrimidos por el panista parecieran ser repetitivos, pero es la primera vez que son expresados públicamente por un panista que, a la vez, es el coordinador de la bancada del PAN en el Congreso del estado. ¿Qué dijo? Que antes de estar a favor de una camarilla está del lado del PAN; que ya estuvo bueno que la Comuna evada siempre su responsabilidad ante cualquier problema y pretenda que otros lo solucionen; que debe ponderarse estar a favor de 3 mil familias que exigen una explicación y sanciones, en lugar de que desde el municipio pretenda cuidarse a una sola familia, a la que calificó como la “Sagrada familia”; que ya basta que se pretenda cuidar a una sola persona, en este caso el edil panista, en perjuicio de la sociedad. Y, para rematar, se pronunció a favor de analizar la trasferencia de la facultad de otorgar permisos para la venta de alcohol a los gobiernos estatales, como ocurre en otras entidades, ante la evidente incompetencia de las autoridades municipales. Para ser oposición no solo está el discurso sino la congruencia y la decencia, dos valores que la “camarilla” de Eduardo Rivera desconocen. Desde el inicio de la actual gestión panista quedó claro que no había autoridad sino un remedo malhecho del morenovallismo: un gobierno basado en un modelo de negocios, pero con una visión confesional, retrógrada y sumamente intolerante. Si Lalo Rivera estuviera a la altura del tiempo que le tocó vivir, entonces, veríamos a una nueva generación de panistas empecinados en concretar el sueño de Castillo Pereza, Gómez Morín y Maquío. Por el contrario, nos tocó ver la peor expresión de un panismo que apesta a naftalina, preso de sus propios miedos y muy corrupto. La postura valiente de Eduardo Alcántara hizo recordar que el PAN no es Eduardo Rivera ni sus cómplices metidos de funcionarios. Ese partido es más grande y está llamado a ser un contrapeso del poder. No lo será mientras la parte más retrógrada lo mantenga secuestrado. Podemos estar en desacuerdo de lo que representa el PAN, pero se ha ganado su derecho de piso en la democracia mexicana y representa a decenas de miles de voces en Puebla. No creemos que se merezcan lo que actualmente sucede. ¿Y así sueñan con llegar a la gubernatura?

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