Si no hay un cambio de última hora, este sábado 13 de agosto estará en Puebla el dirigente estatal del PAN, Marko Cortés Mendoza, para llevar a cabo el destape de Eduardo Rivera Pérez como aspirante a la gubernatura de Puebla. A diferencia del Estado de México, en la entidad poblana sí se impulsará una coalición entre el PAN, PRI y PRD para la elección de 2024, lo que significa deja al descubierto la imposibilidad de Acción Nacional para ganar por sí solo y la urgente necesidad de los votos que puedan darle el tricolor y el sol azteca, aunque en el caso de este último prácticamente será una carga electoral pues su aportación es tan raquítica que se duda que pueda alcanzar si quiera el 2 por ciento. Pese al espaldarazo del líder nacional, el munícipe tiene todavía que saltar la difícil aduana interna de su partido bajo una lógica sencilla: en el interior del estado la fuerza la aglutina el grupo de Genoveva Huerta Villegas, quien ha logrado amasar a los comités directivos municipales suficientes para convertirse en un factor de obligada negociación. A la par, el alcalde de Puebla deberá enfrentar el escrutinio social por su futurismo político y los pocos resultados que ha dado al frente del Ayuntamiento de Puebla. El mejor indicador lo dio hace unas semanas el Buró de Estrategia y Análisis del Poder, encabezado por Rodolfo Rivera Pacheco, cuyo estudio demoscópico reveló que los poblanos ponen en duda la honestidad del panista, no sabe qué acciones realiza la Comuna y cree que las condiciones de inseguridad son peores que en otros gobiernos. La radiografía no sólo es demoledora sino también un llamado de atención para el panismo a fin de que medite firmemente la viabilidad de impulsar a una autoridad mediocre, sin bono democrático y plagada de escándalos de corrupción. En la lógica del panismo nacional, el destape de Eduardo Rivera es fundamental porque corre el riesgo de quedar rebasado por la amplia baraja de aspirantes que tiene Morena y, principalmente, el gobernador Miguel Barbosa Huerta, rumbo a 2024. Morena, si hoy fueran las elecciones, barrería sin ningún problema a la coalición, pero hay ingredientes que las encuestas todavía no reflejan como es la maquinaria política-electoral afín al barbosismo que ya demostró su efectividad en la Consulta para la Revocación de Mandato y la elección de 150 consejeros estatales. Otro indicador son los diversos perfiles que tiene el mandatario estatal no solo para gubernatura sino también para el Senado de la República y la presidencia municipal de Puebla, sin despreciar las diputaciones federales y locales. Todos esos personajes pueden suman en positivo a la imagen del partido y acompañarían al candidato a la gubernatura. La coalición no puede decir lo mismo, ya que solo reciclara sus viejos cuadros para la elección y el mejor ejemplo es el propio Eduardo Rivera.