Justo ahora la indignación y tristeza llena mis ojos de lágrimas. El 27 de junio en San Antonio, Texas, encontraron un tráiler con más de 50 personas dentro, de las cuales al menos 43 murieron en el camión deshidratadas, de calor, de dolor.
En todo el mundo esto es una barbarie. Saber que en pleno 2022 la migración ilegal siga aún con las mismas prácticas, con las mismas víctimas, las personas más vulnerables de los países subdesarrollados.
En mi estancia actualmente en Estados Unidos puedo decir que es un país que me ha abierto las puertas de par en par, me ha acobijado, yo puedo entrar en avión, cómodamente y sin riesgos, pero me he puesto a pensar en los miles y miles y miles de inmigrantes que aquí habitan y todo lo que eso ha significado: cómo han entrado, cómo se han arriesgado, a cuántos factores violentos se han enfrentado y estando aquí he podido conocer historias que se dan a conocer en muchos medios de comunicación o en libros, pero el estar inmersa en un país donde la migración es parte de la economía y de la fuerza laboral y lo vivo diariamente me da una perspectiva totalmente distinta.
Ahora mismo lloro por esas personas y todas las que han muerto en manos de las mafias que trafican con las personas y sus sueños, porque venden justo eso, sueños que en sus países de origen no pueden logran tener por el simple hecho de que muchas veces solo se puede luchar por sobrevivir.
Yo crecí en una familia funcional, que me dio educación, que me apoyó en la universidad, que me dio viajes que me abrieron el panorama en todos los aspectos y mil cosas más, pero las personas que viajan a Estados Unidos en busca de una mejor vida nunca han tenido nada de eso.
Nunca han tenido apoyo de sus familias pues ellas mismas luchan por sobrevivir de una u otra forma, muchos migrantes llegan huyendo de la miseria en todos los aspectos, de la falta de recursos económicos porque nadie va a negar que en México siempre ha permanecido en una crisis constante y, a pesar de que cambió de gobierno, nada ha cambiado en realidad y esto se visualiza con esta misma circunstancia, las ganas de salir de tu país porque crees que no habrá nada para ti en un futuro.
Las personas sueñan y muchas veces se quedan en sus sueños, tal como pasó en este tráiler. En un refrigerador gigante quedaron enclaustrados los sueños de adultos, de jóvenes y niños, de mujeres y hombres latinos que buscaban como todos en la vida, algo mejor.
No se culpa nunca a las víctimas, pero sí se culpa a las esferas políticas que aún siguen preservando un modelo económico caduco que no ha ayudado en nada a las personas más vulnerables; sí se culpa a las autoridades migratorias que se hacen de la vista gorda al saber que están traficando con personas; sí se culpa a las autoridades que meramente buscan burocracia para retener y extorsionar a los migrantes centroamericanos; sí se culpa a todos los políticos de todos los niveles porque siempre han visto por ciertos beneficios, de las esferas más poderosas.
No se culpa nunca las ganas de salir adelante; no se culpa jamás a la migración que ha dado a países de primer mundo un motor fuerte en el aspecto político y económico; no se culpa a los migrantes que han sabido salir adelante por ellos mismos, que han encontrado la forma de hacer sus familias, de crecer en muchos aspectos y de trabajar duro, porque quienes no saben, los migrantes en Estados Unidos trabajan horas desmedidas, muchas veces jornadas laborales de más de 14 horas, en situaciones difíciles y jefes intolerantes y racistas.
Los migrantes han sabido ganarse el respeto en un país tan poderoso como Estados Unidos por el simple hecho de que saben trabajar, de que saben estudiar, de que pueden ir por ellos mismos a la Luna.
Los migrantes merecen nuestro respeto y nuestra admiración, así como nuestra atención y también nuestra preocupación para que este tipo de circunstancias como en San Antonio, dejen de pasar de una vez por todas.