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jueves, noviembre 21, 2024

De ritos milenarios y el futuro

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I. El pasado 

El solsticio de verano se celebra en todo el mundo. De la misma manera que la entrada de la primavera llama la atención en Monte Albán más que en cualquier parte del mundo, el solsticio de verano en Stonehenge atrae a toda la humanidad, al ver a los druidas haciendo rituales ante el túmulo de piedras milenarias.  

El Sol (fuego) entra al signo de Cáncer (agua). Es la unión entre el fuego y el agua. El fuego nos brinda la oportunidad de purificar mediante las llamas. El agua, la posibilidad de renacer. Esta combinación de purificación mediante la destrucción y renacimiento mediante el bautizo sigue siendo una tradición viva, milenaria, ancestral. 

Querido amigo de Hipócrita lector: ¿Qué quieres quemar/destruir/purificar? Quizá es tiempo de dejar atrás una etapa de tu vida, una relación, un espacio laboral, una casa, un auto, viejos paradigmas… Todavía mejor: es bueno dejar atrás la ira, la envidia, el rencor…  

¿Y a qué quieres dar una nueva vida? ¿En qué te quieres convertir? ¿Cómo ser una mejor versión de ti mismo? ¿Qué quieres incorporar en esta etapa de tu vida?: una relación, un espacio laboral, una casa, un auto, nuevos paradigmas… Todavía mejor: es bueno incorporar el valor de la amistad, la empatía, la creatividad, el amor incondicional… 

 

II. El presente 

El taichi y el budismo zen comparten su énfasis en el presente, a partir de la evidencia, clara pero difícil de vivir, de que el pasado no existe más y no debemos mantenernos encadenados a él y que el futuro nos traerá cosas inéditas, la mayoría de los cuales, hoy, no podemos vislumbrar. 

Mi presente es este domingo 26 de junio, cuando escribo estas líneas que, como cualquier columna periodística, son una botella con un mensaje dentro que lanzamos al mar de la imprenta y de las redes sociales. Que nos lean es un milagro, que nuestra palabra mueva algo en su mente y en su corazón, es un doble milagro. A pesar que lo difícil, a eso nos dedicamos los directores de periódico, los editores, los escritores. 

Escribo hoy para que me lean mañana. ¿No es acaso una feliz premonición, una esperanza pura? 

 

III. El futuro. 

Los astrólogos levantamos, al inicio de cada estación, la carta astral de ese momento para la capital de un país, para tener una idea de qué va a suceder. La carta para la ciudad de México nos hace prever un verano difícil en lo económico, con situaciones inesperadas y difíciles. Bueno, la política, lo que nos atañe a todos, siempre trae altas y bajas, sobresaltos, éxitos y fracasos en lo inmediato. 

Mientras más lejos intentemos atisbar el futuro, más difícil es hacer predicciones e imaginar escenarios. 

Nadie quizá para atraer nuestra imaginación como Michel de Nostre Dame, Nostradamus (1503-1566), que vislumbró el futuro y en sus cuartetas nos dibujó en trazos a veces difíciles de interpretar nuestro presente. 

¿Quién fuera Nostradamus?  Sin pretender serlo, podemos imaginar, prever, vislumbrar, cosas que van a pasar en nuestra vida personal, laboral y en nuestra salud. De uno y de nuestros seres queridos. También de los escenarios que le esperan a México y al mundo. 

Lo cierto, amigo, es que aquí estamos, ustedes, lectores, yo, escribano, Mario Alberto, editor. Y mientras sigamos leyéndonos, mientras la palabra siga vibrando, el mundo tendrá esperanza, porque la palabra siempre es la que sana todo y nos redime de la estupidez y la ignorancia. 

¡Buen inicio de ciclo, buen verano para todos! 

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