Hace algunos días mi mejor amiga me envió una foto en donde aparecía con un gran amigo en La Terminal, una cantina muy icónica de la ciudad de Puebla y en donde muchos de los lectores seguramente han estado. Y es que hablar de La Terminal, La Pasita, La Ópera, o incluso de otras cantinas como menos conocidas en Puebla, es hablar de amigos y de mucha nostalgia.
Por ejemplo, en La Terminal yo no solo he ido con amigos de la preparatoria que hoy en día aún estimo, sino que he ido también con personas mayores que son amigos de años y que, al no conocerla, quedan encantados; no importa la clase social ni mucho menos la esfera en la que te relacionas, en las cantinas todos somos iguales y en ellas todos han dejado un pedazo de su corazón porque al calor de las copas muchos recuerdan viejos amores, lloran, ríen y vuelven a llorar.
Pero cada una de las cantinas tiene su encanto, por ejemplo, en La Ópera para mí todo fue alegría; siempre que iba con buenos amigos comíamos una deliciosa torta de pipián y la bebida de ley, el menjul; tampoco podían faltar las cervezas o los mojitos.
Mientras que en La Pasita todo es más pintoresco: desde que llegas al sitio, todo es tan coloquial y colonial también;además de que no puedes pasar mucho tiempo en el sitio, aprovechas para degustar del quesito de cabra y de ese sabor tan característico del licor de pasa.
Pero están las cantinas más locales, esas en las que vas con tu mejor amiga y tienen que correr de ahí porque definitivamente temen por su vida, aunque claro que es por la falta de familiarización con ellas, aunque claro, muchas de estas cantinas tienen una vida clandestina que no es ni sana, ni legal ni mucho menos justa.
Así que es mejor ir siempre a las más conocidas y no arriesgarse.
Definitivamente se disfruta en traguitos, muchas veces también están las actuales mezcalerías en donde podrás degustar diversos tipos de mezcal, con texturas y sabores distintos, mismos que te pueden ir llevando a una historia cada vez más interesante. Además, todos los tragos de las cantinas siempre vienen con un sabor peculiar, en algunas el sabor es el pipián verde, otras el mole, en otras son los chapulines con limón, en otras más solo los chicharrones con salsa Valentina, pero en cada una de ellas todos tenemos una historia que contar.
Recuerdo que en una de ellas yo reencontré a un buen amigo de la preparatoria; bebimos menjules, hicimos muchas fotografías y después asistimos a un festival de cine que en ese momento estaba en la ciudad. Así como esa historia, hay muchas más. En todas ellas siempre mi mejor amiga está a mi lado, mis hermanos, y en algunas más también mis padres porque no debo mentir, ellos siempre han sido los mejor acompañantes de un trago, porque siempre uno aprende más de ellos y de esas historias que cuando es uno mayor ya pueden ser contadas por ellos. Así que como se acerca el Día del Padre vayan a su cantina favorita y lleven a ese ser que tiene infinidad de historias que contar y no hay nada más satisfactorio que hacerlo brindando al mismo tiempo.