Ignacio Juárez/Álvaro Ramírez
Desde que el marinismo se apoderó de la candidatura del PRI a la gubernatura de Puebla, los enemigos de ese grupo crecieron a borbotones.
¿La causa? El extremo sectarismo de Mario Marín Torres y su pandilla.
En particular había dos políticos a los que dicho grupo veía como un peligro: Enrique Doger Guerrero, quien dejaba la rectoría de la BUAP para ser ungido como candidato a la presidencia municipal de Puebla, así como Rafael Moreno Valle, quien formaba parte de la terna de aspirantes a Casa Puebla, pero al final fue inscrito en el primer lugar de la lista de diputados plurinominales y sería el líder Congreso del estado.
Los golpes por debajo de la mesa eran pan de todos los días.
En el extremo y a media campaña, Enrique Doger amagó con renunciar a la candidatura si los marinistas no cambiaban su comportamiento. “Me tratan peor que empleado”, recriminaba.
Melquiades Morales Flores, a la postre gobernador de Puebla, tuvo que intervenir para poner orden, pero sólo se logró un acuerdo maquillado de tregua, misma que se rompió el mismo día en que Marín, Doger y Moreno Valle arrasaron en las urnas con la marca del PRI.
Los sin sabores dieron paso a la confrontación intestina.
Doger ninguneado, Moreno Valle ignorado y Marín exultante.
Con el arribo del oriundo de Nativitas a Casa Puebla también llegó la transformación de Javier López Zavala: Ya no era el operador priista ni Zavalita, el apodo que le endilgaba la burbuja marinista.
Zavalita se convirtió en el delfín de Marín Torres y desde el 1 de febrero de 2005 fue ungido como el sucesor en el 2010.
En esos sueños de opio, por cierto, Mario Marín se vislumbraba como presidente de la República y sus sucesores serían en este orden: López Zavala, Mario Montero, Alejandro Armenta, Mario Marín Jr.
Los excesos de los marinistas comenzaron a notarse muy pronto.
El primer objetivo fueron los medios de comunicación, a quienes el nuevo gobernador prácticamente los amago con sujetarse u olvidarse de cualquier futuro.
En los primeros 12 meses de gobierno, la confrontación entre el Ayuntamiento dogerista y la gestión marinista no dio tregua. En público o en privado eran comunes los desencuentros.
Mario Marín evitó enfrentarse directo con el exrector y envió a su delfín López Zavala para hacerle frente.
Públicamente, por ejemplo, la gestión estatal metió en un brete a los dogeristas al presionar para que policías municipales utilizaran balas de goma para disolver una manifestación pacífica.
Públicamente, Enrique Doger devolvió el agravió con sus características declaraciones irónicas sobre la pequeñez del gobierno marinista.
Los ánimos crecieron. La guerra era imposible de parar.
Todo transcurría de esa forma hasta que llegó el 14 de febrero de 2006.
El audio donde se escuchaba a Mario Marín revelando la confabulación por la detención de Lydia Cacho con el empresario Kamel Nacif fue un golpe mortal que sumió al marinismo en una crisis de la nunca pudo salir.
Vulnerable, con la lanza del cazador en el lomo, Mario Marín se refugió en un selecto grupo de cómplices para lamerse las heridas.
Pero para Enrique Doger y Rafael Moreno Valle fue el pretexto perfecto para romper lanzas e intentar derrocar al gobierno estatal.
Así pues, la guerra se radicalizó.
Doger publicitó desplegados donde se deslindaba de Marín, exigía que se procediera en consecuencia y hasta lo llamó a que dejara el cargo. “Somos la burla nacional”, “por su culpa somos los preciosos”, denunciaba.
La treta no alcanzó su objetivo, pero los marinistas observaron con detenimiento la actuación del alcalde y le respondieron con un golpe en donde más le dolió: sembrando sospechas de corrupción.
Omar Álvarez Arronte, quien fuera secretario de Gobernación al inicio del gobierno municipal, denunció toda una red de presunto desvío de recursos y lavado de dinero utilizando a terceras personas para beneficiar a Doger.
El escándalo estalló y la guerra subió todavía más de tono.
Así fueron los 36 meses del dogerismo.
Pleitos, pleitos y más pleitos.
Rafael Moreno Valle, por su parte, aprovechó el escándalo de Lydia Cacho para renunciar al PRI.
En su aventura no estaba solo. La otrora poderosa Elba Esther Gordillo apadrinó su proyecto, lo impulsó como candidato al Senado de la República y puso a los operadores magisteriales a su disposición.
Mientras en Puebla, Doger, Zavala y Marín se trenzaban como bulldogs en plena batalla, desde la Cámara Alta Moreno Valle comenzó a tejer su red de aliados para buscar la candidatura del PAN a la gubernatura de Puebla.
Un aliado era fundamental en la batalla: el presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Y la encargada de treparlo al barco fue Elba Esther Gordillo.
Para 2008, el marinismo intentaba demostrar su fuerza al ganar el Congreso del estado y la mayoría de los municipios. La elección intermedia fue un nuevo impulso para Javier López Zavala.
Tras arrasar en la contienda, el proyecto del delfín se fortalecía y aunque fue sujeto de una serie de intrigas palaciegas, fue premiado con la multimillonaria Secretaría de Desarrollo Social.
En ese año, Enrique Doger Guerrero dejaba la presidencia de la República como el priista mejor ubicado en los sondeos de opinión. Muy por arriba de López Zavala que, pese a tener todo el aparato de gobierno a su disposición, no crecía en las encuestas.
Todo parecía indicar que el marinismo se lanzaría con todo contra Enrique Doger, pero no fue así. Por el contrario, cada ataque que recibía, le permitía mantenerse vigente en la opinión pública.
Fue justo en 2008 cuando un suceso desconocido hasta ahora, ocurrió de la forma más extraña, en el lugar más extraño y con los personajes más extraños: Filiberto López Zavala, hermano del delfín, conoció el amor.
En Pijijiapan, comunidad de la que ambos hermanos son originarios, Fili -como le dicen sus conocidos- quedó prendido de Samadeni, a quien de inmediato le proporcionó una casa en la ciudad de Puebla, en el fraccionamiento Arboledas del Sur.
Pero el amor duró escasos 30 días y la mujer conoció de primera mano la “peligrosidad”, violencia y amenazas con que se movía el hermano del delfín para someter a los que se encontraba en su alrededor.
No se sabe con precisión cuándo ni dónde ocurrió, pero la mujer de Pijijiapan fue parte de una trama en la que Filiberto y Javier pretendían obligar a su padre para asesinar a Enrique Doger Guerrero y Rafael Moreno Valle.
El autor material sería un “matón” conocido en esa comunidad chiapaneca, apellidado Trinidad.
Supo de ese plan por conducto de su padre, quien le advirtió que los López Zavala estaban involucrados en “negocios muy sucios”.
Desconcertada, Samadeni cambió por completo su actitud, pero Fili trató de alejarla de su familia, le hizo mudarse en dos ocasiones de vivienda y para noviembre de 2019 vieron nacer a su hija.
Sin embargo, el hermano del excandidato del PRI se terminó por convencer de que ni su pareja ni sus parientes participarían en sus actividades y la desalojó de la casa con el apoyo del propio Javier y sus padre.
¿Cómo es que toda esta información se sabe? Porque el 13 de octubre de 2011 y cansada de tres años de maltratos y humillaciones, Samadeni inició la averiguación previa 4433/2011/sur, en donde dejó asentada su denuncia por violencia familiar, amenazas y de incumplir con la manutención de la menor que, entonces, tenía dos años.
El intento de asesinato nunca se cumplió.
Lo que sí fue evidente es que la presión de Enrique Doger estuvo a punto de provocar un cisma al interior del PRI, al pelear la candidatura a la gubernatura.
El exrector estuvo a un paso de conseguir el abanderamiento, pero al final desistió no sin antes pactar una curul plurinominal en el Congreso del estado y el respaldo a la campaña de López Zavala.
Después se sabría que Doger hizo campaña de brazos caídos y era una de las cartas que Rafael Moreno Valle quería que lo acompañara como fórmula para la capital, es decir, que el exrector se reeligiera en la Comuna.
En el caso de Moreno Valle la historia es todos conocida: Marín pacto con Elba Esther, López Zavala nunca despuntó pese a tener la millonaria bolsa de recursos públicos; y el PRI dejó de gobernar después de más de 80 años en la entidad.
Hoy, Javier López Zavala está detenido por el presunto feminicidio de Cecilia Monzón.
Moreno Valle está muerto a causa de un accidente aéreo y Enrique Doger tiene una loza atada al pie que está a punto de llevarlo al despeñadero.
Esa loza se llama Ignacio Mier Velazco.