I. 8 de junio de 1903
Estamos a unos días de un cumpleaños más de una artista excepcional, un espléndido ser humano, la escritora franco belga Marguerite Yourcenar, a la que, junto con Fernando Solana Olivares, bauticé como “Nuestra señora de las Letras”.
Hablemos de su vida. Su madre murió días después de su nacimiento. Su padre le puso preceptores y fomentó que aprendiera desde niña griego y latín. Fue autodidacta. Publicó su primer libro de poemas y un ensayo sobre Píndaro a los 20 años, iniciando una carrera literaria llena de obras maestras. Fue la primer mujer electa para la Academia Francesa de Letras. Unos meses antes de su muerte, se encontró con Borges en Ginebra. Murió en 1987. Amó a hombres y mujeres. Su pareja de décadas fue Grace Frick, su traductora, con la que se fue a vivir a los Estados Unidos, muy cerca de Québec. Esa casa -Petite Plaisance- es hoy un museo. ¡Que los Dioses me concedan ir a darle las gracias!
II. La obra
Comenzó con la novela Alexis o el Tratatado del inútil combate, donde el personaje del mismo nombre le confiesa a su mujer, por medio de una carta, que le gustan los hombres. Siguieron dos libros formidables: Fuegos, textos y relatos destinados a exorcisar un amor no correspondido y Cuentos orientales, prodigiosos cuentos, perfectos como huevos de Fabergé.
Vendrían después sus tres obras maestras: Memorias de Adriano, una carta que el emperador le escribe a su discípulo y sucesor Marco Aurelio, escrita desde la perspectiva de alguien que comienza a percibir el perfil de su muerte. Adriano reconstruye su vida, sus amores, la reorganización del Imperio, su avidez de placer y conocimiento, sus errores, sus debilidades.
Después vendría Opus Nigrum, la novela renacentista. Zenón, astrólogo, médico, alquimista, escritor de libros heréticos, vive tratando de dar la vuelta a la prisión -el mundo, la vida-, luchando por morir menoso necio de cómo nació. Al final, como héroe prometeico, es atrapado, juzgado y condenado por ser diferente. Se quita la vida momentos antes de ser ejecutado, en un último acto de libertad.
La tercera obra maestra es Un hombre oscuro. Adriano tenía todo el poder y el conocimiento de su época; Zenón, todo el conocimiento, pero no el poder; Natanael no es nadie, es un hombre oscuro, simplemente un ser humano cualquiera, en el que, sin embargo, habita “el infortunio y la dulzura de existir”.
III. Un espíritu libre
No hay escritor que admire más, porque, además de ser una gran escritora, era un Alma enorme y luminosa. No necesariamente los artistas tienen que ser buenas personas, pero cuando se da la conjunción de belleza y sabiduría, el Universo sonríe.
La increíble de Yourcenar es que, después de haber escrito Cuentos orientales, pudo haberse detenido escribiendo cuentos bellos y perfectos. Le interesaba ir más allá, mucho más lejos. A través de Adriano, Zenón y Natanel, alcanzó, a mi juicio, un conocimento de la vida que me deslumbra.
Al final de su vida, escribió su epitafio: “Pluga a Aquel que es quizá, dilatar el corazón del hombre a la medida de toda una vida”.
Gracias, Margueirte Yourcenar, Nuestra Señora de las letras. Mis tesis de licenciado en letras francesas y maestro en literatura comparada están dedicadas a celebrarte.
Hay pocos escritores, muy pocos, de quienes podemos afirmar: “si no los hubiera leído, sería una persona diferente”. Sin Yourcenar, no sería quien soy. Como dijo ella misma: “Hay seres a través de los cuales Dios me ha amado”. Gratitud infinita.