Cómo estarán las cosas en la ultraderecha poblana para que escogieran al más malito de sus integrantes como emisario para declarar la guerra al gobernador Miguel Barbosa Huerta. En su calidad de damo de compañía, Pablito Rodríguez Regordosa acudió al Congreso del estado para aprovechar los reflectores por el inicio del nuevo periodo ordinario de sesiones. El hijo de Nineta Regordosa Valenciana y Herberto Rodríguez Concha intentó cavilar una crítica al mandatario estatal por exhibir el negocio que su hermano Herberto y su cómplice Carlos Montiel Solana obtuvieron a costa del impresentable gobierno municipal encabezado por Eduardo Rivera Pérez. Al igual que el alcalde, Pablito clavo un clavito –el menos brillante del rancio linaje de los Regordosa- le faltaron las ideas para explicar con claridad la ausencia de ética y la turbiedad detrás del contrato que obtuvo Parkimóvil para la operación del programa de parquímetros en la capital poblana. (Hasta se aventó la puntada de sugerir que el negocio no es tan redituable financieramente, pues el margen de ganancia es reducido –¡Wow, ahora la ultraderecha es madre de la caridad de los asuntos públicos!- y los costos de la tecnología que se utiliza son altos). Hubo varias ideas inconexas que seguramente Pablito no midió. Por ejemplo, dijo que el gobernador tiene una visión “miope” y “mediocre” para analizar la concesión entregada a su hermano, al hijo del coordinador de regidores y demás panistas conservadores. Llegó al extremo de decir que, a su parecer, Barbosa Huerta es “un cuate inteligente” pero a veces dice “unas cosas”. Y lindezas de ese tipo. ¿Qué es lo que realmente esconden las palabras del ultraderechista? El enojo desorbitado de los miembros de la ultraderecha de ser exhibidos en componendas políticas, que un gobernador le demuestre a la ciudadanía el bajísimo nivel que tienen los Santos Varones Come Hostias y haber sido encuerados en la escena pública en su condición de adictos a un grupo confesional que sirve como ariete para obtener canonjías. Las declaraciones de Pablo Rodríguez, no obstante de venir de un sujeto de poca monta, es la declaración de guerra de la ultraderecha contra el inquilino de Casa Aguayo. No es una defensa al mediocre gobierno de Eduardo Rivera sino de los intereses de quienes siempre han utilizado su condición de pseudopuritanos para exprimir a los gobiernos en turno.
Líderes sindicales y el ajuste de cuentas
El durísimo mensaje que mandó el gobernador Miguel Barbosa Huerta a la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en el marco del Día del Maestro debe entenderse en su justa dimensión. No fue un mensaje al magisterio sino a los líderes sindicales que están acostumbrados a sangrar a los gobiernos estatales en turno con el pretexto de que hablan a nombre de sus agremiados. Alejandro Ariza y Jaime García, secretarios generales de las secciones y 51 del SNTE, cometieron un error garrafal con la actual gestión estatal: presionar para la obtención de canonjías y una bolsa multimillonaria de uso discrecional. Lo que nunca esperaron fue encontrarse con un mandatario que no estaba dispuesto a aceptar chantajes o extorsiones y, sobre todo, no tener miedo de levantarse de la mesa con evidente indignación por el abuso. Ambos dirigentes sindicales se olvidaron que su organización se encuentra en franca decadencia y no son capaces de ganar ni las elecciones de sus unidades habitacionales o las colonias donde viven. El SNTE es un muerto viviente que no sabe que está muerto. Además, si una institución debe asumir la responsabilidad de la devaluación del prestigio de un ejército de maestros que ama su profesión, así como solapar a buenos para nada por el simple hecho de ser los grillos de siempre, los compadres, amigos o recomendados del líder en turno, esa es la dirigencia del SNTE (en Puebla la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, gracias a Dios, tiene presencia mínima y su discurso ha quedado rebasado por la realidad que nadie les cree). Las escuelas no serán utilizadas como centros de operación política y los maestros en Puebla pueden sentirse libres de que no serán carne de cañón electoral. Ese fue el mensaje del mandatario. Líneas que se contraponen a la esencia del charrismo magisterial.