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martes, abril 30, 2024

La aldea obradorista en Puebla

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Morena continúa encabezando las encuestas en el país rumbo al 2024. 

En la lucha retórica entre chairos y fífis, el pueblo se ha colocado del lado de los chairos 

Por lo menos, así aparece en las encuestas, y que no son las que publica Regeneración. 

En la aldea nacional, el sentimiento obradorista se ha trasladado a Morena.  

Al menos así parece. 

Es mayo del 2022, a dos años del proceso electoral del 2024, y en Morena ya festejan las encuestas que el periódico Reforma da a conocer.  

De acuerdo con Reforma, a la pregunta si hoy hubiera elecciones para presidente de la República, ¿por cuál partido votaría?, la respuesta es contundente: un 47 por ciento de los encuestados votaría por Morena.  

(Ante los resultados de las encuestas no se escucharon calificativos señalando al diario de fifí o de “conservador”.) 

Los otros partidos políticos como el PAN o el PRI andan lejos de ese 47 por ciento. 

Un 19 por ciento de preferencias para el PAN; el 18 por ciento para el PRI; el 6 por ciento Movimiento Ciudadano (MC); y el 10 por ciento eligió la opción “otros”. 

En los números de aspirantes a la presidencia de la República, el canciller Marcelo Ebrard alcanza un 34 por ciento y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum va con un 33 por ciento.  

Al interior de Morena, los morenistas prefieren a Claudia Sheinbaum con un 34 por ciento y Marcelo Ebrard tiene un 27 por ciento entre los morenistas. 

Estas cifras son poco alentadoras para los partidos políticos que están en desacuerdo con Morena y que buscan disputarle la presidencia de la república en el 2024.  

Quizás, entonces, los políticos que están en desacuerdo con las políticas morenistas deberían modificar su estrategia.  

Lo que llama la atención de la encuesta es que, en distintos rubros, los gobiernos emanados de Morena están en lo general bien calificados. El PRI es el partido que cuenta con los mayores negativos.  

Una hipótesis que valdría la pena lanzar es que la aprobación de Andrés Manuel López Obrador se ha trasladado a Morena.  

Y que Morena disfruta de los positivos de Andrés Manuel López Obrador. 

A estas alturas, pueden presentarse otras variables. 

(Estas encuestas registran el sentimiento de los electores y no son un reflejo de otros indicadores o mediciones de las políticas sociales y públicas. Ya los politólogos y los sociólogos explicarán estos resultados más allá del desvelo inmediato.) 

Difícilmente, Andrés Manuel López Obrador va a modificar los rubros generales en los que ha orientado su gobierno.  

Andrés Manuel López Obrador ha confiado en sus intuiciones. 

(Quizás sea un político cuyo war room sea su monólogo de conciencia. O sea, sólo se escucha a si mismo). 

En esa capacidad que desarrolló mientras resistía los embates del foxismo y buscaban desaforarlo cuando era jefe de gobierno del Distrito Federal. 

O cuando caminaba del sur del país hacia la ciudad de México en la marcha del éxodo por la democracia hace ya varias décadas.  

*** 

La aldea obradorista en Puebla enfrenta otros desafíos. 

A nivel local, en Puebla a Morena le ha faltado disciplina y organización para transitar a un partido orgánico.  

La tesis que sostiene que si Morena se mantiene como un partido-movimiento (cualquier cosa que eso sea) conservará su agilidad y su frescura con la sociedad, y que, en esa lógica, todo se vale, es una tesis riesgosa. 

Morena en Puebla ha olvidado su agenda social, política y económica.  

No se le observa participar en los debates y ofrecer propuestas. 

No se le observa la agilidad para profundizar en el llamado “cambio de régimen”. 

Tampoco se le observa profesionalizando a sus cuadros o formando nuevos equipos para responder a las demandas de la sociedad. 

Su principal apuesta, muchas veces, ha sido copiar lo que el PRI y el PAN realizaron, y adaptar las fórmulas gerenciales en sus gobiernos con una retórica izquierdista o semi-obradorista.  

Morena parece más bien actuar como una caja de resonancia de las disputas a nivel federal que insertarse con una propuesta en Puebla.  

El fantasma de los distintos grupos que tribalizan las decisiones de Morena coloca a ese partido en riesgo de nunca alcanzar una madurez política en donde los resultados de las decisiones internas, por ejemplo, la selección de candidatos o de dirigentes partidistas, se realice con reglas claras y se respeten los resultados electorales morenistas. (¿Es tan difícil?) 

La próxima renovación de la dirigencia estatal de Morena pondrá a ese partido a prueba. 

 Los distintos grupos u opciones políticas al interior de Morena deberán tender puentes y dejar la política del todo o nada con la que se han fragmentado, se han enfrentado y solamente han llegado a perder posiciones relevantes.   

Lo mínimo que deben hacer es deliberar públicamente sobre la conducción democrática de ese partido y dejar de lado, el lenguaje obradorista.  

De nada le sirve a nivel local a Morena, ganar (hipotéticamente) la presidencia en el 2024 si solamente busca subirse al tren ganador (hipotéticamente) de la elección presidencial.   

Los adversarios de Morena no están en Morena (aunque muchos se enfrascan en hallarlos en su camino rumbo a una candidatura) sino en otros espacios políticos, dice el clásico.  

Por lo pronto, en la aldea obradorista cambiaron Regeneración por las encuestas de Reforma. 

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