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viernes, noviembre 22, 2024

Llegó el 5 de mayo y la izquierda no estaba ahí

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Y cuando llegaron al poder ya no estaban ahí. 

Los izquierdistas que en el 2007 marcharon en contra de Mario Marín Torres, 15 años después no estaban en el templete.  

Vamos, ni siquiera cerquita. 

(Por lo menos el 5 de mayo del 2007, los movía la solidaridad con la periodista Lidia Cacho, e intentaron irrumpir en el desfile del 5 de mayo coreando “góber precioso”). 

Los izquierdistas poblanos que en el 2006 rompían el cochinito para ir a la Ciudad de México y pernoctar en el plantón de Reforma, tampoco aparecían por ahí. 

Los que en la resistencia electoral contra el fraude del 2006 (aunque suene a un año lejanísimo) tampoco aparecieron en el templete.  

En el primer templete izquierdista del desfile del 5 de mayo en Puebla no había obradoristas poblanos de viejo cuño o izquierdistas conspicuos de la consigna, el plantón y la letanía de decibeles electorales: “¡Es un honor estar con Obrador!” 

En ese templete, los chairos no estaban ahí. 

(En obligada paráfrasis monterrosiana. Del “yo gobierno con el pueblo”, al, y “cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”). 

Había que buscar a los izquierdistas con lupa.  

Más o menos estaban los que han estado en el palco principal en sexenios del pasado. 

Los que le han rendido culto a la Patria sin desvelarse demasiado.  

Los que le votaron todo al presidente neoliberal en turno. 

Los que le pusieron guirnaldas de olivo al neoliberalismo y a los PPS poblanos. 

Los que votaron a favor de la Ley de la Familia porque quieren una Puebla “humana y generosa”.  

Los que estuvieron con Bartlett, y luego con Melquíades, y luego con Marín, y luego con Rafael, en un etcétera priista aunque se vista de azul. 

Ese templete del desfile parecía el juego de las sillas sexenal.  

Unos más otros menos.  

Y la nueva izquierda o más bien la izquierda institucional. 

(La H. Redacción, autocorrige: “la izquierda de la Cuarta Transformación”, anótale ahí, “transformadora”).  

La izquierda transformadora estaba nuevamente ahí.  

***  

Hasta el combativo, Gerardo Fernández Noroña, lucía como un personaje de una novela de Henry James y no como el punk obradorista que apabullaba con sus flamígeros discursos a los secretarios calderonistas durante sus comparecencias. 

En un recuento brevísimo del punch obradorista del presídium oficial del desfile del 5 de mayo en Puebla, los principales ausentes fueron los obradoristas poblanos.  

Los chairos y gerofontes del izquierdismo.  

Los brigadistas poblanos de Regeneración, que repartían el periódico obradorista en años pasados, tampoco andaban en el presídium VIP, salvo excepciones, pero el director y fundador del periódico obradorista estaba en primera fila.  

Los excomunistas, los perseguidos por la represión morenovallista, los perseguidos durante el pasado neoliberal en Puebla; pues no se veía a ninguno en el templete. 

Los que interpelaban al gobernador priista o panista en turno, esos no estaban ahí. 

Estaban los que siempre habían estado.  

Ahí estaban los que habían estado hasta hace algunos años en el PRI, en el Partido Verde (así se llama, aunque su lucha contra el extractivismo no es lo suyo), en el PAN o en el PRD. 

La Puebla Juarista le dio la bienvenida al presidente Andrés Manuel López Obrador. 

Pero hoy no fue el presidente de las masas. 

No fue el líder político que se arrojaba en los brazos del pueblo. 

No fue el líder político que puebleba mientras los pejelovers lo seguían.  

(Verbigracia escénica: Andrés Manuel intentando subir a su camioneta, repartiendo besos y abrazos, recibiendo peticiones, del pueblo, no las peticiones de los políticos). 

Fue el presidente a la mitad de su sexenio en Puebla, el presidente que se dio el lujo de citar un diálogo del gran novelista Fernando del Paso en sus Noticias del Imperio para referirse a Juárez.  

*** 

Por primera vez en un desfile del 5 de mayo, el presidente Andrés Manuel López Obrador y su gabinete placeándose en el presídium. 

Ese presídium que dejó vacante el largo período del morenovallismo. 

La liturgia cívico-militar del 5 de mayo en Puebla transcurrió como un claroscuro en una Puebla que se anuncia, desde hace décadas, liberal y juarista, pero que termina siendo mocha y parroquial.  

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