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domingo, noviembre 24, 2024

Selene para dummies

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Mis recuerdos en torno a Selene Ríos son borrosos. 

Difusos. 

Lentos como un atardecer que se apaga.  

Recuerdo que la conocí hace más de 15 años.  

Sería el año 2003 o algo así.  

Ella era reportera o realizaba prácticas de periodismo en E-Consulta. 

Creo que se la presenté a Zeus Munive, entonces jefe de Información de Intolerancia Diario y camarada del rock progresivo y de la lectura de clásicos instantáneos de la prosa periodística. 

Eran los años de la sucesión sexenal que llevó a Mario Marín a ser candidato a la gubernatura. 

Los años del expartidazo y los años en que los periódicos impresos eran leídos por el gobernador en turno, por sus choferes y sus guaruras. La política aldeana se definía en los cabezales de los diarios impresos.  

Cito lo que Zeus Munive escribió en su ya clásica Última carta a la fanática de Yaguarú: 

“Me diste ternura, Selene. Me encantó ver esa actitud rebelde, cabrona, desmadrosa, desparpajada e irreverente como tu periódico Central. Fuimos a cenar al Vitorio’s. Mario Martell, tú y yo. Pediste una ensalada de atún y un consomé de pollo. Yo una pizza; Martell, cervezas. Platicamos de periodismo. (…) Supe ahí que serías la revelación. 

Puebla estaba emputecida, Selene”. 

Y tomo otra cita de una nota de Diario Cambio, ahora de la autoría de Ríos Andraca en la que da cuenta de su fichaje a Cambio en esos años de desenfado Selenita: 

Me habló Zeus a principios de enero del 2004, yo estaba en Chilpancingo: ‘vente a Puebla, ya tienes trabajo’, le dije; “sí, pero vamos dos”, él me contestó; “órale, ahí se dividen el sueldo, ese es su problema”, así entramos Edmundo y yo a Cambio. 

Rodolfo Ruiz y Blanca Patricia Galindo me enseñaron a escribir desde mi nombre —cómo firmar— hasta cómo hacer párrafo por párrafo y, al fin, una nota. Ninguno de mis jefes ha sufrido tanto como ellos, yo era realmente una papa. 

Desde que inicié en el periodismo tuve a mucha gente apoyándome: Martín Hernández, Ignacio Juárez —ambos académicos—; Zeus, es el periodista de la calle; y Mario Alberto que me decía cómo escribirlo. Espero que se refleje en mi trabajo y que no digan “maldita Selene, nos estás quemando”. 

*** 

En una crónica firmada al alimón por Ignacio Juárez Galindo y Guadalupe Juárez el 7 de diciembre del 2016 para el periódico 24 Horas se describe el ethos del funeral de Selene Ríos.  

Amigos. Muchos amigos. Desde Edmundo Velázquez y Yonadab Cabrera, hasta Viridiana Lozano –también compañeros fundadores de Periódico Central– e incluso el personal del portal de noticias que dirigía. 

Y familiares. Muchos familiares. 

‘Tenía hartos, hartos’, confía Zeus Munive, uno de los amigos más cercanos de la directora de Periódico Central”. 

*** 

Este viernes se presenta una novela póstuma de Selene Ríos. 

La novela se titula La desilusión de Dios. 

No hay un periodista, al menos los que yo conozco, que no tienda lazos con la literatura o con alguna de las formas de la literatura.  

Desde las crónicas de Rubén Darío y de José Martí, hasta las crónicas de Alejandro Almazán, de Diego Enrique Osorno o de otro clásico del siglo pasado, Carlos Monsiváis.  

Esos lazos que se tienden a veces muestran que detrás de cada ejercicio periodístico se puede escudriñar un ethos literario. 

Eso pensaba Tomás Eloy Martínez, escritor, periodista y crítico literario, quien estimaba que detrás de las páginas escritas en el tráfago periodístico se hallaba el trazo de escritura de los escritores hispanoamericanos.  

Páginas pergeñadas de diarios impresos, cabezales, pies de foto, y hasta notas cablegrafiadas contenían una semilla de ese espacio literario en construcción o de ese clóset con el cual los escritores sobrevivían o conversaban con el gran público de los periódicos impresos.  

*** 

Lo mejor que nos puede pasar con un amigo o una amiga es disentir. 

Las coincidencias, a veces, son formas barrocas de disentir.  

La polémica y el antagonismo producen de amistad, de encuentros perennes y son generadoras de ideas, proyectos y resistencias.  

Yo recuerdo con esa subjetividad de la memoria, a Selene Ríos tomando su Nextel para marcarle a los diputados o los secretarios del marinismo y cuestionarlos o tomarles declaración de alguna nota de su periódico.  

Recuerdo su inconformidad y su rebeldía. 

Su capacidad de burla. 

Su decisión de no filtrar comentarios y decir las cosas frontales.  

Recuerdo su deseo de ser antagonista y en los años cercanos al 2004 creo que lo logró muy bien.  

Bienaventurados, las y los antagonistas del pasado. 

(Sí es que eso quiere decir algo).  

El antagonismo es mejor que la suerte de Carlos Denegri.  

El periodismo no es solo inteligencia y exposición sino también tenacidad. 

*** 

Esa noche, el entonces gobernador Rafael Moreno Valle, se asomó al ataúd de Selene.  

Reaccionó y de inmediato viró.  

Apretó el paso. 

*** 

Antes Selene, tú escribías las historias de Puebla. 

Hoy, intentamos escribir sobre ti. 

Con estas palabras no sé si muy selenitas o no.   

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