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jueves, mayo 15, 2025

Los machuchones andan sueltos

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Algo huele mal en Dinamarca cuando entre los hombres más ricos de un pueblo se encuentra el presidente municipal.

He visto cómo los empresarios, que apuestan su dinero para generar empleos, suelen ser rebasados en materia de riqueza por los advenedizos que llegaron a habitar, por tres o seis o nueve años, el Palacio Municipal.

¿En qué condiciones arribaron la primera vez?

En unas condiciones muy modestas.

¿Eran dueños de Suburbans prietas o lujosas Cadillacs?

No.

Andaban en vochitos, tsurus, y otros modelos neandertales.

Los unos, tenían dos o tres máquinas —de medio uso— para planchar caminos.

Los otros, venían de algún trabajo frustrado en Puebla o la Ciudad de México.

Al paso de los años, sin embargo, empezaron a acumular una fortuna sospechosa.

Y ya montados en sus Suburbans prietas empezaron a ver de arriba para abajo a los ricos del pueblo.

Hoy, quién lo dijera, a la hora de medir la horma, algunos calzan del 9.

Y ven a los ricos, como medios ricos: o ricos venidos a menos.

Ellos, en tanto, acumulan una riqueza —evidentemente mal habida—, misma que presumen en autos, camionetas, ranchos, viajes y casas de verano y hasta de invierno.

No juegan golf sólo porque Dios es grande.

Corrupción e impunidad, ése es el binomio que distingue a los alcaldes que trienio tras trienio acumulan propiedades.

La promesa de López Obrador de barrer de arriba hacia abajo, como se barren las escaleras, los puso a buen resguardo.

La escoba, ya se ve, no ha llegado hasta ellos.

Anda muy entretenida en la mediana burocracia.

Una simple auditoría dejaría ver que sus nóminas son tan abultadas como sus carteras.

¿Cuál es el criterio para contratar a los empleados?

Cuotas y cuates.

(Y las señoritas más guapas del edén prohibido).

De esta manera, decenas de burócratas tienen sueldos mensuales poco vistos en la capital poblana.

Huauchinango, Xicotepec y Pahuatlán son tres buenos ejemplos.

En este último municipio, por ejemplo, las horas–nalga son muy bien retribuidas pese a ser un municipio pequeño.

Los sueldos andan entre los 15 mil y los 23 mil pesos al mes.

Y si tomamos en cuenta que la nómina alberga a cerca de doscientas personas, ufff, todo se va en ese gasto.

Eduardo Romero es el alcalde.

Va en su segundo periodo.

Primero se postuló como candidato independiente.

Ahora ya forma parte de las filas de Morena.

¿En qué parte de la carta que la presidenta Claudia Sheinbaum envió a la dirigencia nacional de Morena dice que nómina mata obra pública?

Ya se verá en el futuro cercano qué tanto le redituó su amor al pueblo.

Quien lo antecedió en el cargo tiene cuando menos un hotel bien montado en el centro histórico de Pahuatlán.

Es el síndrome de los presidentes municipales de la sierra norte.

Los hoteles y los moteles son lo suyo.

¡Por vida de Dios que sí!

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