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miércoles, marzo 12, 2025

Adiós al blurb

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Irresistible. Deslumbrante. Un triunfo. Estas palabras, extraídas de los blurbs de innumerables libros, se han convertido en un coro predecible y vacío en la industria editorial. Los blurbs, que alguna vez fueron recomendaciones genuinas de colegas respetados, han degenerado en un ejercicio transaccional agotador que aporta poco a los lectores y mucho al estrés de los autores. ¿La buena noticia? Algunos en la industria finalmente están dejando de usarlos.

La semana pasada, Sean Manning, editor en Simon & Schuster, anunció que, bajo su dirección, los autores ya no estarían obligados a conseguir blurbs para sus libros. Esto representa un cambio radical en una industria donde la búsqueda de recomendaciones ha sido una regla no escrita que consume tiempo, favores e incluso amistades. La decisión de Manning no solo es un alivio para los escritores, sino una corrección necesaria en un sistema que hace mucho dejó de funcionar.

Los blurbs funcionan como un esquema piramidal literario: los autores se ven presionados a escribirlos para otros, a menudo con la esperanza de recibir uno a cambio. Es un secreto a voces que muchas de estas recomendaciones no provienen de una admiración genuina, sino de obligaciones profesionales. Con frecuencia, los autores blurbean libros que no han leído por completo o que sus agentes les han sugerido elogiar. Y el lenguaje de los blurbs se ha vuelto dolorosamente uniforme, lleno de adjetivos gastados que no dicen nada sobre el libro en sí.

¿Describir una novela como “lírica” nos dice algo sobre su ritmo, su trama o su profundidad emocional? ¿Decir que un libro es “un triunfo” significa que resonará con el lector promedio? La hipérbole genérica de los blurbsse ha vuelto tan predecible que los lectores han aprendido a ignorarlos. Si todos los libros son “impresionantes”, entonces ninguno lo es.

Eliminar los blurbs no perjudicará a los libros. De hecho, liberará a los autores para que se concentren en su trabajo en lugar de gastar energía consiguiendo favores de sus colegas. También incentivará a las editoriales a buscar formas más significativas de promocionar los libros, a través de reseñas bien pensadas, la interacción con los lectores y descripciones atractivas que no dependan de elogios vacíos.

El fin de los blurbs también podría contribuir a una mayor honestidad en la crítica literaria. En lugar de confiar en frases cuidadosamente editadas en la portada, los lectores tendrían que acudir a reseñas más completas y contextuales, lo que enriquecería el debate literario. La desaparición de esta práctica podría marcar el regreso de una conversación más sincera sobre los libros, en la que la calidad de la obra hable por sí sola.

Además, eliminar los blurbs podría dar mayor protagonismo a voces independientes y menos conectadas con el establishment literario. Muchas veces, los autores emergentes luchan por conseguir una recomendación de un nombre reconocido, mientras que las figuras establecidas acumulan elogios casi automáticos. Sin esta dinámica de favores y presiones, los libros tendrían la oportunidad de destacarse por su propio mérito, sin depender de la influencia de unos pocos nombres de prestigio.

La decisión de Sean Manning marca un paso hacia una cultura literaria más saludable, donde los libros puedan sostenerse por su propio mérito. Al final, la mejor recomendación no está en una portada llena de blurbs, sino en las conversaciones que un libro genera cuando es leído. ¿Pero hay honestidad en Goodreads o en las críticas a media de Amazon? Tendríamos que revisar la industria en general, no solo los elogios desmedidos, los premios como mercadotecnia, la distribución del libro más allá de los países donde se edita, por ejemplo, cuando la editorial te compra “derechos mundiales en español” pero el libro no sale del pequeño territorio donde se edita originalmente. En fin. La noticia es un buen pretexto para reflexionar en serio.

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