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sábado, noviembre 23, 2024

Las inteligencias racional, emocional y práctica

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Hoy vamos a analizar las inteligencias según lo proponen diversos autores:

Están la inteligencia racional, la inteligencia emocional, las inteligencias múltiples, la inteligencia genial, la inteligencia práctica, la inteligencia social, la inteligencia intrapersonal, la inteligencia interpersonal, la inteligencia acústica, la inteligencia visual, la inteligencia kinestésica, la inteligencia lingüística, la inteligencia corporal, la inteligencia musical, la inteligencia espacial, la inteligencia matemática y un largo etc.

No es la intensión, por el momento, agotar los significados de cada una de ellas y sus repercusiones en el ámbito social o público, razón por la cual, únicamente nos enfocaremos en tres de ellas: las que se insertan en la Triada Organizacional.

En la alta Dirección está más acentuada la Inteligencia Práctica.

En los Mandos Medios se privilegia la Inteligencia Racional.

En el Nivel Operativo la Inteligencia Emocional es de gran importancia

Comenzamos:

Inteligencia Racional. Es la más común, la más reconocible y tiene que ver con el Coeficiente Intelectual (IQ). Ésta se mide, tradicionalmente, a través de un Test de Inteligencia.

Es la capacidad de entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas.

Este tipo de inteligencia está ligada a otras funciones mentales como la percepción, o capacidad de recibir información, y la memoria, o capacidad de almacenarla.

Los seres humanos que poseen un elevado coeficiente intelectual se caracterizan por una amplia variedad de intereses y habilidades intelectuales.

Los mandos medios son así, es la tecnocracia en todo su apogeo la que se maneja con mayor eficiencia, como decíamos, su doctrina es la optimización de recursos. Hacer las cosas bien a la primera vez.

Tienen la idea de que: “Nunca tenemos tiempo de hacer bien las cosas, pero siempre tenemos tiempo de hacerlas dos o tres veces”.

No hacer las cosas bien a la primera vez y reprocesar, implica costos de no calidad.

Inteligencia Emocional. Cuando aparece: los modelos tradicionales no eran suficientes para explicar las destrezas, habilidades y, en general, el comportamiento de las personas en sociedad.

Las personas que tienen una Inteligencia Emocional elevada son socialmente equilibrados, alegres, no son pusilánimes ni la abulia dirige su comportamiento; tienen una envidiable capacidad de compromiso con las personas o las causas; asumen responsabilidades y tienen una perspectiva ética; son solidarlos y cuidadosos en las relaciones interpersonales; su vida emocional es rica y apropiada, se sienten cómodos con ellos mismos y con los demás.

Se rigen por el precepto aristotélico: “Cualquiera se puede enojar, pero enojarse en el momento adecuado, con la persona adecuada, por la razón adecuada y con la intensidad adecuada, no cualquiera lo puede hacer, solamente quien tiene Inteligencia Emocional”.

En el Nivel Operativo es necesario poseer este tipo de inteligencia, es fundamental.

Para que sea más claro les comparto esta historia: Había un sabio maestro y un guerrero samurai.

El guerrero le pide a su maestro que le responda una pregunta, a la cual el sabio no le puso objeción, en primera instancia.

La pregunta fue “¿cuál es la diferencia entre cielo y el infierno?”

El maestro respondió “esa pregunta no te la puedo contestar”.

“Por qué”, insistió el guerrero, a lo que el maestro contestó: Porque tú eres un guerrero y no me vas a entender; tú, naciste para la guerra, tu escasa capacidad de raciocinio te limita y lo único que provocarías es gastar saliva”.

El guerrero sumamente molesto le reclamó: “Precisamente porque eres un sabio deberías contestarme”.

El maestro añadió: “No quiero perder mi tiempo ni el tuyo”.

El grado de enojo del guerrero subió de nivel.

Con la intención de darle la puntilla, el maestro le dijo: “Para que un diálogo se dé armónicamente y con bases sólidas, deben existir culturas semejantes y, tú y yo, no las tenemos”.

Después de escuchar esto, el guerrero toma su espada, la levanta y, antes de darle un golpe al metro, este último le preguntó: “¿Cómo te sientes ahora?”.

El guerreo le respondió: “¡Muy, pero muy enojado!”

El maestro le dijo: “Precisamente, ¡ese es el infierno!”

El guerrero se queda mirando fijamente a los ojos del sabio, transmitiéndole una complicidad que antes no tenían, baja la espada, respira profundo, y, totalmente relajado le dice al maestro: “Ya entendí, maestro, eres un sabio”.

El maestro le preguntó: “¿Cómo te sientes ahora?”.

El guerrero le contestó: “¡Muy bien!”.

El maestro, con tranquilidad, paz interior y actitud equilibrada le respondió: “¡Ese es el cielo!”.

La Inteligencia Práctica: Este tipo de inteligencia difiere de las anteriores por una característica altamente distinguible: quien la posee puede prescindir de las dos anteriores.

La Inteligencia Práctica, por lo general, se aloja en la Alta Dirección.

La Inteligencia práctica es la habilidad para adaptarse, modelar y seleccionar diariamente el entorno.

Se adquiere con poca intervención de los otros, está muy vinculada a la acción y aumenta con la edad y la adquisición de experiencia.

La Inteligencia Práctica no es reductible a reglas explícitas, depende del contexto. Si bien aumenta con la experiencia no es directamente proporcional a la cantidad de experiencia adquirida.

La Inteligencia Práctica no puede ser considerada de forma aislada del contexto en el cual se la quiere medir.

Primero, porque diferentes culturas tienen diferentes concepciones de la inteligencia.

La Inteligencia Práctica es la aplicación de la inteligencia a los entornos de la vida diaria para conseguir un resultado objetivo y concreto.

Es esa inteligencia que permite saber qué decir, a quién, cómo decirlo y cuándo decirlo para lograr el máximo efecto.

Esto me trae a la mente el recuerdo de un cuento de Pepito en el salón de clases.

Pepito le pregunta a Juanito: “¿Quieres saber quién es el más estúpido del salón?”

Juanito le responde de inmediato que sí.

Pepito llama a Pedro y le hace esta petición: “Escoge entre estas dos monedas”.

Le muestra a Pedro una moneda de cinco pesos en la mano izquierda y otra moneda de 10 pesos en la mano derecha.

Pepito lo invita a escoger la que guste.

Entonces Pedro escoge la moneda de cinco pesos.

Pepito le recuerda: “Llévatela, te la regalo”.

Pedro se va muy contento con su moneda ganada tan fácilmente.

Un maestro que andaba por ahí detiene a Pedro y le pregunta: “¿por qué escogiste la moneda de cinco pesos y no la de 10?”.

Pedro le responde: “Pepito siempre me está haciendo esta prueba, ya tengo guardados más de 50 pesos porque pepito insiste en preguntarme lo mismo”.

Aunque no lo crean, hay personas que han llegado a ser presidentes de la República porque han puesto en práctica este tipo de Inteligencia.

Es como si nos preguntáramos por qué razón una persona que estudia la licenciatura en Administración, en la UNAM, con muy buen promedio; termina la maestría en Administración de Empresas en el Tecnológico de Monterrey, con mención honorífica y promedio de 10; se doctora en Gestión Empresarial, en Harvard Business School, también con honores y alto promedio y, finalmente, estudia el posdoctorado en Administración de Negocios en la Universidad de Cambridge, con las máximas distinciones y con recomendación para que se publique su trabajo de tesis.

Además de estos atributos, tiene un alto Coeficiente Emocional.

Todo lo anterior no es garantía de que, si pone su empresa, vaya a tener éxito.

Por otro lado, una persona que, con trabajos, termina la enseñanza primaria; cuenta con muy baja Inteligencia Emocional, pone su empresa y tiene éxito.

Conclusión: Este análisis nos remite a realizar la analogía respecto a la Inteligencia Política.

En México, el servidor público tiene el estereotipo de ser una persona ignorante o está en un cargo con la aptitud correcta pero no cuenta con la actitud correcta.

La persona con autoridad debe tener la aptitud de saber resolver problemas y la disponibilidad de resolverlos.

Así como Maquiavelo, en El Príncipe, aportó un sistema de cómo sería la correcta forma de llegar al poder y mantenerse.

Este nuevo concepto de Inteligencia Política atribuye a la autoridad los pasos a seguir en un ideal para hacer eficiente su colaboración hacia la sociedad. Maquiavelo guía a sus lectores al consejo de ser firmes y utilizar sus habilidades de astucia, fuerza e inteligencia.

En al ámbito de la acción política, las leyes son completamente irrelevantes: el talento lo es todo.

Y el principal talento es la capacidad para adivinar lo que hay que hacer en una situación excepcional.

Las grandes figuras políticas son capaces de “entender la naturaleza de un movimiento concreto, de un individuo particular, de un estado excepcional de los acontecimientos, de un ambiente extraordinario, de alguna mezcla rara de factores económicos, políticos y personales”.

En México está más que claro que no se da este tipo de inteligencia y su ideal para tenerla presente es utópica para el mejoramiento del país.

México necesita de personas preparadas y no solo teóricamente, sino en un conjunto de las inteligencias múltiples.

Pero, sobre todo, tener sabiduría y coherencia en lo dicho, ser crítico y directo, porque parte de esta inteligencia también es ser sabio, no decir de más, pues si lo hace estará expuesto a perder el control.

Mientras más se hable mayor será el riesgo de decir alguna tontería.

Es mejor ser objetivo y crítico, pues las personas poderosas intimidan por su parquedad y parsimonia.

Como decíamos, en México, algunos presidentes han llegado al poder gracias a su Inteligencia Práctica.

También ha habido presidentes que poseen los tres tipos de inteligencia, no lo podemos negar.

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