Vivimos en medio de la propaganda, nadie se salva, quizá algunos, pero son a los que menos entendemos y los vemos como bichos raros.
Por ejemplo, surge un proyecto periodístico llamado Latinus, un periodista de apellido Loret de Mola encabeza el noticiario principal, se escucha agresivo, se ve en sus videos echado para delante, publica documentos que afectan a la llamada Cuarta Transformación (transformaishon in english, please), pero al final es pura y vil propaganda, argumentada, pero propaganda al fin.
En ese mismo canal de Youtube, el cual tiene una gran producción, aparece Brozo, un payaso venido a menos que ahora está enojado con el sistema, suelta palabras que suenan congruentes, mienta madres, porque es un payaso muy vulgar, pero al final es una parte de la película, no es la visión completa.
Por otra parte, existen los llamados influencers que le fueron a gritar “es un honor estar con Obrador”; agradecidos al sobre amarillo presidencial festejaron su imaginaria “independencia”. Y en el campo de batalla que es Twitter (un orinal de una cantina en donde hasta hay condones usados y tirados por todos lados) se enfrentan los unos con los otros y los otros con los unos, es decir, es una guerra de propaganda para saber quién tiene la razón absoluta.
Hay que tener cuidado, mucho cuidado con los propagandistas que se dicen críticos del sistema, en época electoral fueron los que engañaron con las encuestas de Massive Caller, con la versión de que Veracruz, Ciudad de México, Morelos y Yucatán las perdería Morena y sus aliados; manipularon con la idea que Rocío Nahle sería un fracaso, pues al final, no hubo tal situación.
El nivel de manipulación que traen organismos como Mexicanos Contra la Corrupción (dirigidos por sus “santidades” Claudio X. González y Amparo Casar) que se ha demostrado que son financiados por organizaciones intervencionistas como es USAID (agencia que en el fondo ha dañado los derechos humanos en Latinoamérica y países del medio oriente) es altísima y a veces podemos caer en serios errores si sólo los consumimos a ellos.
Hay que tener cuidado con dichos personajes, porque creerle a Lord Molécula, a la rubia que lo acompaña, al Chapucero y demás linduras de la imaginaria “independencia” es estar verdaderamente mal de la cabeza. Aunque seguramente habrá quien los tome como fuentes serias de información.
Es como hacerle caso a Javier Lozano Alarcón, a Carlos Alazraky y al hijo de Mi marciano Favorito, Pedro Ferriz de Con, con ese programa de humor involuntario llamado Atypical Te Ve.
El periodismo se ha perdido en una guerra de palabras y discusiones para ver quién tiene la razón más que la razón misma, es una lucha de egos y al final es propaganda, una con toques de elegancia y cierta argumentación y su contraparte con albures y escupitajos, pero en esta última participan tanto personajes de izquierda como de derecha, porque si pensaban que sólo los llamados chairos son como Luis de Alba y Alfonso Zayas, les aclaro que no, esa discusión se da también con los derechairos.
Y quizá, el más contento de lo que ocurre es el propio sistema, porque mientras la guerra de pasteles se dirime en redes sociales, en las cámaras legislativas se hace lo que se ha hecho, se impone una mayoría, y gana una narrativa.
Todo es propaganda, a donde se voltee se diseminan ideas, en cualquier trinchera, no importa quién tenga la razón, aquí es un tema de imposición de la verdad propia.
¿Quién ganará? Quien suene más fuerte su matraca.