La gran revelación que hiciera la semana pasada Mario Alberto Mejía Martínez, en su Quinta columna, sobre la intentona de Eukid Castañón Herrera y Tony Gali Fayad de comprar los comités municipales para que la elección del próximo dirigente del PAN favorezca a Mónica Rodríguez Della Vecchia generó un sisma al interior del partido blanquiazul.
Porque, por un lado, está Eduardo Rivera Pérez y
su grupo El Yunque impulsando a Felipe Velázquez
Gutiérrez (con toda la estructura del blanquiazul:
personas y recursos económicos); por otro, está
Mónica Rodríguez, quien además cuenta con el beneplácito de su gran amiga Patricia Leal y la unión de dos morenovallistas que en otro tiempo no se
podían ni saludar por temas hasta de acusaciones personales entre ellos.
Y deja a otros actores sin esa estructura, al parecer más independientes en la puja por la dirección del albiazul: Mario Riestra Piña, Edmundo Tlatehui Percino y Rafael Micalco Méndez.
¿Qué buscan Gali y Castañón de un partido en quiebra?
Primero: fortalecer la alianza entre partidos rumbo al 2027, que quien salga como abanderado a la alcaldía poblana sea suyo por si ganan o por si pierden.
Segundo: repetir lo que inventó Moreno Valle
durante su gobierno, unir a todos los partidos de
oposición de tal manera que se pulvericen otras
opciones, sólo que esta vez lo harían con Morena.
Es imposible una alianza entre el PAN y Morena en
público, pero sí es posible en privado, en donde no
se vea, pero sí se sienta.
Tercero: el manejo de las prerrogativas, tanto
Tony Gali como Eukid Castañón, son expertos en el
tema económico. Saben muy bien cómo operan las
lavanderías, las tintorerías y las técnicas de planchado, por así decirlo.
Por ello, esa columna del director general de Hipócrita Lector cimbró las estructuras, porque, además, a las familias custodias no les conviene que los desplacen, ya que sería la segunda ocasión que los mandan a la banca, la primera, hay que recordar como contexto fue cuando a Juan Carlos Mondragón le crearon una ley a modo y se vio obligado a dejar la dirigencia estatal, junto con una investigación a fondo que hicieron en la Auditoría Superior del estado contra el manejo de los recursos que hiciera Eduardo Rivera y su camarilla en el municipio.
El retorno de los “cuates” de Rivera Pérez a la dirigencia estatal se dio cuando falleció Moreno Valle y cuando se alió a Mario Riestra para que llegara
al Comité municipal Jesús Zaldívar, desplazando a
su otrora aliado (hoy se odian) Eduardo Alcántara
Montiel. En los acuerdos, Rivera Pérez recuperó ese
partido con Augusta Valentina Díaz de Rivera y con
Marcos Castro, quien se apoderó hasta del equipo
se seguridad que contratan.
Lo único malo de lo que ocurre en el PAN o que
nadie quiere ver porque les importa un carajo es
que renunciaron a su papel de oposición: si se mantiene el grupo que gobierna ese instituto serán tersos con la 4T y los que andan repartiendo dinero se preparan para fortalecer a los guindas.
O sea, más de lo mismo, sólo con la salvedad que es un partido que apesta a putrefacción.