Si usted es de los que cree que el grupo de Eduardo Rivera perderá completamente en caso de que Mario Riestra sea el próximo líder estatal del PAN, le tengo una mala noticia: hay seguidores del exalcalde por todos lados y en toda la entidad, ergo, hay seguidores de Rivera que también apoyan a Riestra.
No quieren respaldar a Felipe Velázquez porque Augusta Valentina Díaz de Rivera es quien está detrás del exalcalde atlixquense y con ella hubo muchísimos agravios, así como con Pilar Morán, una de las mujeres más cercanas a la actual dirigente estatal panista.
El PAN tiene su propio código interno y, por ende, sus propias divisiones.
Además, el expresidente municipal poblano seguirá en el CEN trabajando para el líder del cártel inmobiliario, Jorge Romero; Liliana Ortiz cobrará quincenalmente, durante tres años, su dieta de diputada federal y el grupo religioso al que pertenece el exalcalde capitalino mantendrá mucho poder de decisión dentro del PAN, aunque Riestra no sea parte de la Organización.
Lo cierto es que la posible derrota de Felipe Velázquez, en caso de que ocurriera, sería una cachetada a la actual dirigencia estatal y, por ende, al
grupo de Rivera, porque, aunque quede con varios
tentáculos internos, el exedil tendrá que sentarse a
negociar posiciones y candidaturas para el 2027.
Ya no será el cacique azul.
No se llevará el negocio completo como ocurrió en el 2021.
Recordemos qué ocurrió en esa fecha: Rivera, una vez que ganó la Presidencia Municipal, acordó con el grupo de Genoveva Huerta posiciones al interior del ayuntamiento. Justo al salir de la reunión en la que pactaron, el edil capitalino desconoció los convenios y a todos los demás grupos ajenos a él, le cerraron la puerta.
No les dieron nada.
Incumplió, para ser más específicos.
Además, Rivera se apoyó —indirectamente— en las carpetas de investigación que se iniciaron contra varios morenovallistas por parte del gobierno de Miguel Barbosa.
Así se apoderó del control total de su partido:
desconociendo acuerdos y aprovechándose de que
muchos panistas salieron huyendo, en el mejor de
los casos, del estado.
En caso de perder Felipe Velázquez, Rivera ya no
será el gran elector interno, pero, además, no será
el interlocutor con el gobierno estatal de Morena,
como tanto lo desea, pues sería, en última instancia
Mario Riestra a través de los diputados locales.
Ha trascendido —y hay que tomarlo como tal—
que la línea del CEN albiazul es que gane Mario
Riestra, pues en la dirección nacional tienen bien
claro lo que ha ocurrido en Puebla: las divisiones
internas, las quejas, los rompimientos y, sobre todo,
las posibles denuncias penales o inhabilitaciones en
caso de comprobarse el daño al erario por parte de
la gestión de Adán Domínguez.
Pero, momento, ese es un trascendido.
La clave de todo está en el respaldo de Genoveva
Huerta a Mario Riestra, pues ella es quien tiene un
trato directo con el líder nacional panista.
Los seguidores de Riestra aseguran haber convencido a 65 de los 114 consejeros que elegirán al nuevo presidente, es decir, de ser cierta su apreciación ganarían con 49 votos. Sus contrincantes afirman tener la mayoría, aunque creen que quedará muy cerrada la votación.
No obstante, gane cualquiera de los dos, como
decíamos al inicio de este espacio, el exalcalde
mantendrá posiciones internas y podrá presionar.
La única manera de que sea hecho a un lado es que
verdaderamente se destape la cloaca en su gestión
municipal y la de su sucesor, Adán Domínguez.
La casa nunca pierde.
Nota Bene
En caso de triunfar Velázquez o Riestra, el PAN poblano no será una opción de oposición. Si no lo es a nivel nacional, ¿por qué Puebla sería la diferencia? El partido blanquiazul está desdibujado del mapa político, pero las prerrogativas son las prerrogativas.