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jueves, noviembre 21, 2024

La borrachera del triunfo y los egos abultados

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Los candidatos a senadores, diputados federales, locales y presidentes municipales por Morena, Partido Verde y PT deberán bajarle dos rayitas a sus egos robustos. 

Sí, sí, ganaron, ¡uy, qué emoción! 

La verdad es que el triunfo se lo deben a otras personas y a otros factores. 

Quienes llevaron la contienda a cuestas fueron Claudia Sheinbaum Pardo a nivel federal con sus estrategas y sus asesores y a nivel estatal fue Alejandro Armenta Mier con sus estrategas y asesores. 

Sumemos a esta fórmula a José Chedraui Budib para la capital poblana, porque él fue quien le dio la vuelta al PAN, partido que actualmente gobierna la ciudad. El expriista ya rompió el mito aquel de que los poblanos son panistas o de derecha. 

¡Pamplinas! 

La elección del domingo fue una ratificación a los gobiernos de Morena a nivel federal y estatal y porque la gente se siente a gusto con los programas sociales. 

Los 35 millones de votos para Sheinbaum — cinco millones más de los que obtuvo López Obrador en el 2018— no fueron por el bigote rasurado de Ignacio Mier o por las frases inspiradoras cursis de Spiderman de Toño López o por las fotos de Nora Escamilla bailando en el antro o por María de la Barreda quien, al inicio de la campaña, no podía pronunciar el nombre de quien será la primera presidenta de México. 

Mucho menos por Liz Sánchez quien en el debate contra Ana Teresa Aranda apenas podía hablar y hasta inventó la palabra “heroínos” (suponemos que quería decir héroes, o quién sabe en qué estaba pensando). 

Los dos millones y un pilón de votos que los poblanos le dieron a Claudia Sheinbaum Pardo no fueron por Claudia Rivera Vivanco o por Roberto Zataraín Leal. 

Armenta fue quien prometió una votación alta para la próxima presidenta de la República y cumplió. Muchos no creímos en esa cifra, pero el virtual gobernador lo logró. Convocó y convenció a los poblanos a que se sumaran a esa encomienda. 

Hoy la entidad poblana es de las que más sufragios aportó a la 4T. 

Señores legisladores ya dejen de presumir que alguien obtuvo la votación más alta en su distrito; les juro que ahí no saben quién es su diputado, diputada o diputade; no lo van a saber. La gente no está informada y si existe una clase política desprestigiada y con pocos niveles de credibilidad son los diputados. 

Adelgacen sus robustos egos, por favor. 

Muchos fueron candidatos de selfies y de templete, nada más. 

El ganador de la contienda no es ningún improvisado y jamás ha dejado de estar en contacto con sus próximos gobernados. 

Armenta empezó desde muy joven como alcalde en Acatzingo; fue líder estatal del Movimiento Territorial; funcionario municipal y estatal; diputado federal; coordinador dos veces de campañas a gobernador; funcionario federal; senador de la República y anteriormente ya había intentado ser candidato a gobernador y ganó la contienda interna de Morena el pasado 10 de noviembre. 

No se trata de hacer menos a los candidatos a puestos de elección popular, pero ya ocurrió en el 2018 que muchos pensaron que ganaron gracias a ellos y no fue así, porque fue el fenómeno López Obrador.  Sólo les tocó estar en el lugar correcto en el tiempo correcto. 

Tonantzin Fernández o Claudia Rivera, en ese 2018, eran unas perfectas desconocidas —eso no es violencia política de género, nadie las ubicaba—. 

Hoy vimos otro fenómeno que se llama Sheinbaum quien logró más votos que su mentor.   

Si alguien sale a presumir sus números y a compararse con los de Sheinbaum, no se espante que le den un portazo en la cara. 

Si alguien quiere salir a decir que fue la más votada o votado en tal o cual distrito, no se espante que lo manden a la comisión de box y lucha. 

Dónde quedó eso de que en humildad en el triunfo y dignidad en la derrota. 

Y sí, esta columna sí lleva dedicatoria. 

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