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miércoles, abril 24, 2024

El tren del mame

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La vida en México dura seis años. Es la lógica del reloj presidencial y gubernamental. El mandatario nace, crece, se reproduce (elige su sucesor) y muere; pero poco antes de su reproducción, comienza la lucha del poder para designar por el dedo máximo a su heredero quien romperá con su antecesor porque ahora él, ella o elle será quien mande.

Es una ley de la vida.

A nivel federal sí hay posibilidad de elegir sucesor, a nivel estatal es muy difícil, solo lo pudo hacer Rafael Moreno Valle y lo alcanzó un trágico final.

Cuenta la leyenda que quien lo hizo fue Rafael Ávila Camacho quien impuso a Fausto M. Ortega, pero Adolfo Ruiz Cortines llamó al nuevo gobernador y le recordó que los recursos federales los autoriza el presidente y, supuestamente, le dijo a Fausto Ortega: “dígale a mi amigo Ávila Camacho que, en México, gobernador no pone gobernador”.

En este rejuego, la prensa local tiene un papel fundamental. Necesita subirse por supuesto al tren del mame. Hay algunos columnistas que son serios y hacen análisis o hasta periodismo ficción, pero al final es parte de ese rejuego. También, no falta, quien cada semana publicará una lista de todos los posibles candidatos: primero a la gubernatura y luego a la alcaldía poblana y ya para rematar esa ensalada a diputados locales.

Total, que ese periodista no pierde, porque menciona a todos los actores políticos y hasta algún compadre suyo y, ya que en esas anda alguno le debe “atinar”. Ese no es periodismo ficción, más bien es circense.

Es puro y vil tren del mame, porque ahorita el columnista que jamás en su vida reporteó, quien solo le cayó del cielo ser director de algún periódico o es un lector de noticias en radio o televisión ya siente que tiene el nivel de opinar (actúa con un aire de superioridad moral e intelectual) porque ya es parte del sexto sector del PRI: la plumocracia.

Para los interesados el cuarto sector del expartidazo son los empresarios; el quinto son los payasitos, neveros y globeros y el sexto —orgullosamente— son los chicos de la prensa, en especial los columnistas y los directores.

Es el momento en que comienzan las frases hacia la prensa del “ahí te encargo”. “Cómo ves las cosas”. “Te busco y comemos, ¿no?”. “Bro”. “Hermanito”. “Mi líder”. “Brother, brother”. “No te equivoques”. “No le pegues sino no voy a poder arreglar tu asunto con el amigo”.

Es cuando a los candidatos los llaman por su nombre: “Fui a ver a Alejandro (Armenta)”; “ya hablé con Nacho (Mier)”; “tengo reunión con Julio (Huerta)”. “Ya le dije a Lalo (Rivera), pero pues ya ves cómo es”.

También es cuando aparecen los “operadores políticos” para decir que te van a sentar con el candidato. Que ellos llevan tu asunto, que lo platican, que no te apures: “yo veo tu tema y me dices cuando salga el chivo (dinero)”.

Es la época en la que los periodistas piensan (ilusos) que ellos ponen y quitan candidatos. Que ellos influyen en las masas para que el día de los comicios salgan a votar.

Cuando más empresas se crean.

Es como una feria de los locos, pero sin locos, con políticos que es peor. Todos son amables, atentos, cariñosos. Es una época en la que todo mundo te tiende la mano.

Los ansiosos leen los tuits para ver si cae la “pinche señal”. Se reúnen aquí y allá preguntando quién será.

Se publicarán encuestas, unas serias otras no.

Regresarán los momios que se dedican a los “estudios demoscópicos”, aparecerán algunos que presumen de ser encuestólogos y todos los aspirantes llevarán su encuesta bajo el brazo como si fuera su currículum.

La temporada de patos ya arrancó y veremos estos actos circenses entre políticos y periodistas, porque estos últimos, aunque algunos se nieguen son parte de esta fauna llena de hipocresía, mentiras y golpes bajos.

Después de todo es el tren del mame y no hay quien se salve.

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