El presidente López Obrador tiene un peculiar sarcasmo, que impregna día tras día, en
las conferencias de prensa mañaneras.
Cuando abunda en las profundas reflexiones respecto a la ética política, comenta que, en
el periodo neoliberal, hablar de moral, resultaba francamente absurdo. “Decían que la
moral es un árbol que da moras”, cita el presidente acompañado de risas burlescas.
Si la moral no podía ser traducida, -y menos digerida- por los adoctrinados funcionarios
neoliberales, el concepto de soberanía, en su idiosincrasia mercantilista, atenta incluso,
contra el bien de la nación; contra el interés nacional.
Lo anterior viene a colación sobre el gran tema de las últimas semanas.
El pueblo de México, fervoroso por el proceso de transformación que desde hace cinco
años se ejecuta en nuestro país, se ha enterado de una paralizante noticia: Andrés
Manuel López Obrador es narcotraficante. Peor aún, es un narco presidente.
Al menos así lo expresan los cientos de miles de bots, operados desde distintas partes del
mundo, que al unísono bombardean twitter, avasallando de descalificaciones infundadas,
pero estruendosas, para tiznar la imagen del presidente popular.
La narrativa se construye a partir de falsos supuestos: una supuesta investigación –fallida-
que la DEA hizo sobre supuestos vínculos criminales y financieros por parte de los
cárteles del narcotráfico, en la campaña presidencial del año 2006… hace 18 años. Así
como la cita del New York Times, de un “presunto” financiamiento en la campaña
presidencial del año 2018.
Misma investigación, que el propio embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar,
no es vigente. Es decir, actualmente no existe proceso alguno que fortalezca los
trascendidos “periodísticos”, que agravan la ética del presidente popular, curiosamente,
en pleno año electoral.
Lo preocupante no son las calumnias de la prensa, tanto nacional como internacional, que
tejen dolosamente sus narrativas para desprestigiar, a partir de ninguna evidencia, la
fuerza moral del presidente.
Lo alarmante acontece en la veracidad de la realización de las investigaciones… mismas
que dicen, no encontraron nada que confirmara el presunto financiamiento de los cárteles
al equipo de campaña del ahora presidente de México.
No encontraron nada… pero, ¿Buscaron? ¿Investigaron?
¿Es legal esa investigación? ¿Atenta a nuestra soberanía?
¿Por qué la DEA insiste en el intervencionismo?
¿Tienen relación con los cárteles mexicanos, así como lo hacen con los grupos terroristas
de medio oriente? ¿Les dotan de armamento, financiamiento?
¿A quién beneficia el terror que causan los cárteles mexicanos, y una eventual tipificación
de terrorismo que requiera una intervención absoluta del gobierno de Estados Unidos en
nuestro país?
La oposición política que encabeza Claudio X González, y que titiritea a la otra señora X.
Gálvez, están dispuestos a todo, para recuperar parte de sus canonjías. No les importa,
que, a costa de ello, entreguen el patrimonio intangible de nuestro país, que entreguen los
procesos que dan vida a la seguridad nacional.
El presidente Andrés Manuel terminará su periodo intacto, pues su fuerza moral
prevalece, aún en la fortísima guerra mediáticas desplegada desde el primer minuto del
gobierno transformador.
No está en el nuevo afán intervencionista la disputa de los siete meses venideros. El
mensaje es el mensajero. El receptor no es Andrés Manuel López Obrador.
El amago y la feroz embestida busca trazar los lineamientos del eventual gobierno de la
Dra. Claudia Sheinbaum Pardo; en el que el poder económico empieza a pelear su lucha,
dolidos por el espacio que el gobierno nacionalista ha ocupado en relación a sectores
energéticos y de desarrollo en infraestructura.
El gobierno de la doctora Sheinbaum tendrá grandes retos, pero el más grande de ellos
será la defensa de la soberanía.
Que México siga siendo de los mexicanos.
Por el bien de todos, primero la patria.