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lunes, abril 7, 2025

La izquierda que no comunica, es rebasada por la derecha

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Las Nuevas Derechas Internacionales actúan corporativamente, hay una plena identidad entre sus postulados teóricos, políticas económicas y vías para materializar su comunicación. En general, los grandes medios televisivos y mediáticos del mundo, responden a los grandes capitales económicos. La derecha tiene el monopolio comunicativo, que se ha amortiguado en algunos casos vía redes sociales.

Partiendo de la premisa anterior, los grandes medios de comunicación, son férreos defensores del status quo. Y a través de su comunicación “imparcial” envuelven narrativas siempre en contra del progresismo. O como ellos denominan –a pesar de la caída del muro en 1989- en contra del peligroso comunismo.

Hay una coordinación diáfana entre las derechas internacionales y las derechas en Latinoamérica. Hay un proyecto conjunto y su ejecución es consensada.

Los grandes proyectos sociales solo pueden materializarse articulándose con diversas fuerzas.

Tomemos el ejemplo de Javier Milei, quien se autodefine como un prócer de la libertad a partir del libre mercado. De las libertades, incluso, de la venta de los propios órganos.

Javier Milei ha expresado públicamente su afecto y coincidencia con líderes de derecha como Donald Trump, Jair Bolsonaro, el partido español Vox, entre otros…

A su vez, los citados derechistas festejaron el triunfo de Milei como si fuera un triunfo propio. Y lo es, reitero, la derecha trabaja en conjunto.

Dicho lo anterior, las izquierdas en Latinoamérica y el mundo deben transitar de los posicionamientos mediáticos homologados a una ruta política y de fortalecimiento de cuadros en un sentido práctico. A diferencia de las derechas en el mundo, las izquierdas carecen de los elementos mediáticos y económicos para posicionar sus planteamientos y respuestas a las falsas noticias.

La comunicación de la izquierda debe generarse dentro de la izquierda misma. En función a ello deben prepararse no solamente cuadros políticos, sino, cuadros especializados en la comunicación política, en la creación de contenido ideológico y en la transmisión del mismo a través de los canales y las formas virtuales de nuestra época.

La comunicación debe ser directa, del emisor al pueblo. Los intermediarios comunicacionales disfrazados de convenios de comunicación son herramientas controladas por la derecha; herramientas que nunca tendrán un pago suficiente y que solamente pueden ser alimentadas y dar respuesta en el sentido de la confabulación económica.

El presidente López Obrador tuvo a lo largo de su gobierno asuntos problemáticos como los que vive hoy Boric en Chile, y guerras mediáticas como las que sufrieron los gobiernos progresistas, en su momento, de Perú y Bolivia. También situaciones de riesgo como las que atraviesa hoy Colombia y su presidente Gustavo Petro.

¿Por qué AMLO resistió?

Porque López Obrador tuvo la batuta que puso el ritmo de la agenda comunicacional en México. El presidente marcó la agenda, fue dueño de ella. Y lo hizo a través de su conferencia de prensa mañanera. Desde ahí respondió, refutó y marcó la línea. De igual forma, actuó como pedagogo hacia su gran audiencia, que fue el pueblo de México. Desde ahí impartió su doctrina política, efectiva y directa.

Pensemos qué sería actualmente el gobierno de Gabriel Boric, presidente de Chile, si hubiera tomado la agenda a través de un ejercicio comunicacional al del presidente López Obrador. Quizá no estaría hoy contra las cuerdas.

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