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jueves, noviembre 21, 2024

Crónica de una marcha anunciada: La élite no se toca

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El próximo 18 de febrero, la oposición política al proyecto transformador que encabeza diariamente el presidente López Obrador saldrá a marchar.  

Nuevamente saldrá a marchar, producto de intereses políticos; y lo hará, una vez más, simulando que es a partir de una intención ciudadana. 

¿Cuál es el argumento de la marcha? 

La democratización del país. O al menos, la defensa de la democracia. 

Los diversos medios de (des)comunicación han impulsado, de manera férrea, las últimas semanas, la narrativa del terrorismo electoral. Aquel que, desde el Estado, contabilizará y operará (según ellos de manera ilegal), la elección del proceso electoral venidero.  

Dicen, piensan, mienten, que la elección del histórico y próximo 2 de junio del año en curso será una elección de Estado. En la que, de manera antidemocrática, el gobierno que encabeza el presidente López Obrador operará la suma de votos a costa del uso y lucro de las instituciones públicas, en afán de la trascendencia de su proyecto político personal. 

No entienden que no entienden. 

No entienden que, por primera vez en la historia reciente, el pueblo de México se identifica con un proyecto de nación. 

Con un proyecto encabezado por un hombre pueblo, por un hombre gente. Por un hombre que come lo que come el pueblo, que habla como habla el pueblo, que piensa como piensa el pueblo. Y que, por todos esos elementos, gobierna para el pueblo y sostenido en él.  

Piensan que el pueblo es tonto. 

¿Cómo pueden plantearse una marcha ciudadana, cuando el orador de la misma será Lorenzo Córdova (expresidente del instituto electoral)? 

¿Quién creerá en el a partidismo o ciudadanización de la marcha, cuando las asociaciones convocantes están todas vinculadas a Claudio X. González? 

¿Quién confiará en la genuinidad ciudadana de la marcha, cuando solamente replicarán lo relativo al INE no se toca y al Poder Judicial? 

A partir del inicio del gobierno transformador, en 2018, la lógica política cambió. Los asuntos políticos, que estaban reservados únicamente para las élites, y el intelectualismo pasaron a ser un asunto de todos. Es un asunto de interés general el rumbo que toma el país. La gente es participe y ese hecho es ensimismo, un hecho histórico.  

Una marcha más se aproxima.  

Escucharemos los ya tradicionales brotes de clasismo y racismo, que hacen de la oposición una parodia. Mismos brotes que no únicamente son desarrollados por las plutocracias; sino que resguardan una base social de aspiracionistas y apátridas que nunca han privilegiado el interés nacional. 

Afortunadamente esos sectores son minoritarios frente a la voluntad del pueblo de México.  

Aquel que es mucha pieza, que ha despertado, que no piensa irse a dormir.  

La narrativa construida en forma de marcha, a través de los consultores políticos de X González, reflejan el pavor que la oposición vislumbra de la eventual volcadura electoral que recibirán. 

En el fondo, no temen al presidente López Obrador y la operación de Estado ficticia que dicen impulsará. 

En el fondo, temen al pueblo de México, que una vez más los mandará al basurero de la historia.  

Aquel basurero del cual nunca más tendrán que salir.  

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