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martes, junio 17, 2025

Operación Acordeón Loco

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🦉 EN PÉNJAMO, GUANAJUATO, ocurrió hace ochenta años un escandaloso fraude en el que estuvieron involucrados un taquero, una enchiladora, un velador, un albañil y un carnicero del rastro municipal. Estos personajes fueron enviados por don Perpetuo del Bozal a robarse las urnas de Churipitzeo y de Santa Ana Pacueco.

 

🦊 DON TIMOTEO DEL AMO, un señor parecido a Noroña, era el candidato de don Perpetuo. Es decir: el candidato del pueblo. Y era muy querido por la esposa de don Perpetuo —doña Cemita—, con quien tenía una relación carnal a espaldas del prócer. Ya se sabe: no se puede mamar y dar de topes.

 

🐸 EL DÍA DE LA ELECCIÓN, organizada por el partido en el poder, doña Cemita le envió una carta a su amante a través de Odilón, el chofer de su marido, quien, educado por don Perpetuo, la abrió y la leyó antes de entregársela al señor candidato.

 

🐮 YA SE SABE QUE EL CHISME es un deporte nacional en Pénjamo, ese lugar donde las muchachas tienen fama de mirar al galán y agacharse. Enterado de la infidelidad de su esposa, don Perpetuo del Bozal les ordenó a las fuerzas vivas del pueblo —encabezadas por el taquero y la enchiladora— que hicieran dos cosas.

 

🐔 PRIMERO: que activaran la operación ‘Acordeón loco’ en favor del infiel. Y luego: que le metieran raticida a su torta de jamón y a su agua de Amel a la hora de la celebración. Todo eso hicieron en el debido orden. Así, pues, una vez declarado el triunfo por una señora apellidada TaddeiLupita, le llamaban—, don Timoteo del Amo se fue a celebrar con sus amigotes que ‘se la habían metido doblada’ (a la mitad del pueblo que no lo quería).

 

🐧 LA FIESTA FUE EN CHURIPITZEO, en la hacienda de don Perpetuo y doña Cemita. El raticida que le dieron al candidato empezó a hacer efecto cuando dirigía unas palabras al ‘respetable’. Una espuma muy blanca empezó a salir del hocico de don Timoteo del Amo ante el júbilo del cornudo y la angustia de la mancornadora. Luego vino otra orden del prócer de Pénjamo: “¡Vayan y tírenlo en los llanos de Santa Ana Pacueco!”. Y así mismo ocurrió: lo tiraron como se tira a un perro rabioso. Ni el hocico le limpiaron.

 

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