🦒 HAY PERIODISTAS QUE no escriben. (Son invaluables). Hay otros que medio escriben. (Son un orgullo patrio). Y hay otros que escriben con tantas faltas de ortografía que sería mejor que tiraran el teclado al bote de la basura. Me quedo con los periodistas que no escriben.
🐃 EL PERIODISTA QUE NO ESCRIBE habla como si escribiera. (De todo opina). En todas las comilonas tiene que estar. La mejor parte es cuando habla de la ética. El periodista que no escribe tiene más ética que estética. (Por eso no escribe). Y hay algo —más allá del bien y del mal— que le impide escribir. (Es un enigma).
🫏 EN EL FONDO SABE QUE el día que escriba, perderá audiencia. (Y eso sí será terrible). El periodista que no escribe, sin embargo, es ducho a la hora de garabatear tuits. ¿De qué habla en esa red? De la responsabilidad ética del periodista y de otros temas chabacanos. Vive de sus likes y de sus retuiteos. (Y es feliz con eso).
🐏 CADA VEZ QUE LLEGA EL 7 de junio (día de la libertad de expresión), un nudo se mete en el cogote del periodista que no escribe. (Sabe que ése es su día). Defiende la libertad de expresión como si la ejerciera. (Eso es lo bonito de no escribir). Y convence a los demás de que su voz es necesaria en una sociedad en la que abundan, por cierto, los periodistas que no escriben.
🐐 FUI A UN DESAYUNO de la libertad de expresión y me topé con muchos periodistas que no escriben. (Son buenas bestias). Saludan tan efusivamente que pareciera que escriben. (Es otro enigma). Y hablan tanto del oficio (de la escritura diaria) que lo mejor es abrazarlos sin interrumpirlos. Los periodistas que no escriben tienen un don extraordinario: el de ser invitados a todos los desayunos —todas las comidas— que tengan como eje la libertad de expresión.
🐩 OH, BARDOS: que nunca se pierda esa bonita tradición de celebrar (con desayunos y comidas) un ejercicio del que todos, alguna vez, hemos oído hablar. ¡Biva la livertá de’xprezión, hijos de Scherer!