🦘 IMAGÍNESE EL LECTOR un pueblo mágico cuyo zócalo está invadido por el olor a hamburguesa y por vendedores de fayuca china (cobijados por una horrorosa carpa tendida debajo del Palacio Municipal). Pues tiene nombre y apellido: Huauchinango de Degollado.
🦘🦘 ROGELIO LÓPEZ ANGULO, el mediocre alcalde, no se cansa de atentar contra la dignidad y el decoro de los sufridos pobladores. Las calles están hechas un asco. Y la obra pública que hace, lleva el signo de pesos. (Sus hermanos, Paúl y Saúl, son los contratistas). Tras un largo boicot a la constructora —organizado por el alcalde enamorado—, el nuevo Mercado Municipal por fin será concluido.
🐏 SUELE OCURRIR QUE LOS AMBULANTES se apropien de todos los espacios. (Eso ha pasado en los últimos trienios). Pero no se había visto que se tendiera una carpa especial para que en ese espacio vendan sus productos de origen chino. (Faltaba menos). El que paga, manda, ya se sabe. Pero en el caso de Huauchinango —mi destruida patria chica— ese aforismo se ha vuelto consigna y maldición. ¿A cuánto el metro cuadrado en el zócalo?
🐩 LA CALLE CUAUHTÉMOC (esquina con Juárez) quedó decorada al más puro estilo Art-Nacó. (Unos colgajos baratos adornan la insensatez). Y aunque el mal gusto no es delito, en el caso de Huauchinango debería tipificarse como tal.
🦌 LO PEOR ES EL SILENCIO de los críticos. Todos, en voz baja, se quejan del sinaloense que llegó a adueñarse del pueblo (con respeto para los Chapitos y la Mayiza). Todos murmuran de sus malas obras. Todos comentan —en susurros— de lo mal que va todo… Pero nadie está haciendo nada para solucionarlo. Esperan, en silencio, el 2027, cuando por fin lo echarán del ayuntamiento. Lo que no saben es que uno de sus hermanos —Paúl— ya se está preparando para sucederlo.
🦣 CUANDO LA SIEMPRE RECORDADA Enoé González Cabrera era la presidenta municipal, las cosas estaban francamente de lo mejor. Había trabajo, había progreso y, sobre todo, mucha obra pública alejada de la Ley de la Milpa (tan socorrida por López Angulo). Éste y Enoé eran cuñados. Y ella se expresaba bien de él. Le tenía cariño y confianza. ¿Qué pensaría mi querida Enoé —si estuviera viva— del engendro que procreó?
