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jueves, mayo 22, 2025

La guarida de los asesinos

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🥚 DICE HÉCTOR AGUILAR CAMÍN que en Iztapalapa hay un área denominada ‘El Huevo’, misma que sirve para alojar a asesinos provenientes de todo el país. Los asesinos de los dos colaboradores cercanos de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México se internaron en Iztapalapa después de cometer la acción que horrorizó a la horrorosa sociedad. Hablo en plural, porque, además del asesino solitario, participaron tres más, quienes, a su manera, son igualmente asesinos. Ya se sabe: tan culpable es el que mata a la vaca como el que le agarra la pata.

 

🐣 IMAGINO ‘EL HUEVO’ como una de las ciudades perdidas que abundaron en el Distrito Federal en los años setenta: muladares sin pavimentar y casuchas levantadas con desechos: lámina de cartón, lámina de asbesto, madera, adobe, etcétera. Ciudades perdidas sin agua potable, sin luminarias, con muchos perros y niños semidesnudos deambulando entre asesinos y mujeres preñadas. El sueño delirante de un psicópata.

 

🍳 TODOS SE CONOCEN ENTRE SÍ, seguramente. Y, por las noches, en la tertulia asesina, no faltará quién narre sus proezas. Si Aguilar Camín —que es un escritor fifí con oficinas en Las Lomas de Chapultepec— está enterado de la existencia de ‘El Huevo’, es claro que también lo están las autoridades municipales de Iztapalapa. Y la policía. Y la Fiscalía de la Ciudad de México. La duda mata: ¿Por qué nadie ha hecho hasta hoy una redada en esa ciudad perdida para buscar a los asesinos de los colaboradores de Clara Brugada?

 

👹 EN ESA ZONA VIVIÓ, hasta hace poco, el ‘Monstruo de Iztapalapa’. Un hombre de 32 años de edad que ruleteaba como taxista al tiempo de fungir como guardia de seguridad en una mueblería. El ‘Monstruo’ conoció a una señora mayor que él, quien era conserje de una escuela primaria. Se trataron, se gustaron, se acostaron. Y luego se fueron a vivir juntos: al cuartito de ella. Esta señora era la clásica del “¡pégame, pero no me dejes!”. Y en esa dialéctica cabía todo.

 

👺 PRONTO EL MONSTRUO empezó a abusar sexualmente de una de las dos hijas de la señora: una muchacha de 12 años de edad. Le hizo un hijo. Luego otro. Con el tiempo se acostó con la otra hija, también menor de edad. Y la familia creció. ¿Qué hizo la señora al enterarse de la primera atrocidad? No dijo nada. Guardó silencio. Y todo para que el miserable no la abandonara. Cuando lo detuvieron y lo llevaron a la cárcel, el ‘Monstruo’ declaró: “No podría considerarme loco. Cínico, a lo mejor sí”. Ufff. Este tipo de gente, no lo dude el lector, es la que vive en el terrible y tenebroso ‘Huevo’ de Iztapalapa.

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