💋 CAPÍTULO 1. NILDA PATRICIA Velasco de Zedillo habla con Adán Amezcua, uno de los líderes de Cártel de Colima. Hay barullo, niños peleando y un ambiente de narcos. Ella habla en clave y menciona cosas como “mole”, “pasta”, “cocinero”, mismas que al decir de César Gutiérrez Priego, aspirante a ministro, y Manuel Pedrero, aspirante a periodista, tienen que ver con metanfetaminas, dinero y burros que transportan la droga.
💄 EL NIÑO CHILLA, Y LA ESPOSA del presidente Ernesto Zedillo tiene que atenderlo al tiempo de quejarse con el narco: “¡Ya no puedo con estos chamacos!”. Pero sigue hablando en clave con un tono campirano que poco tiene que ver con la vida fifí que se respiró en Los Pinos en los tiempos en que doña Nilda Patricia fue grabada por el papá del aspirante a ministro.
🧕🏻 SIGUE LA GRABACIÓN, Y LA PRIMERA DAMA en el sexenio 1994-2000 sigue hablando como tarabilla y como verdadera experta en el bajo mundo del hampa. Con una habilidad pasmosa, le da santo y seña a don Adán Amezcua de un cargamento de varias toneladas que generará muchos cientos de millones de pesos.
🧠 EL ASPIRANTE A MINISTRO es hijo del general Jesús Gutiérrez Rebollo —zar antidrogas que murió encarcelado por sus vínculos con Amado Carrillo, el Señor de los Cielos—, y él afirma que los audios en los que la esposa del presidente Zedillo negocia con los Amezcua fueron grabados por su propio padre. Ah. Ok.
👅 TODO VA BIEN HASTA QUE TODO empieza a ponerse mal. Y es que los aspirantes a ministro y periodista no terminan de convencer a nadie —salvo a los youtubers pagados por el hijo del general— de que la voz atribuida a Nilda Patricia es realmente la de ella.
👨✈️ SE NECESITA SER TONTO para creer que, mientras ella negocia con los narcos, un niño le chilla al lado. (Los hijos de Zedillo tenían, además de canguros o baby-sitter, decenas de escoltas del Estado Mayor Presidencial a su servicio). Pero entre más insisten en la flagrante mentira, más se hunden nuestros personajes.
🐻 ¡ES ELLA!, JURAN CASI A GRITOS. Y descalifican a quienes los tachan de mentirosos y farsantes. Un simple peritaje —al que no han recurrido por sobradas razones— tiraría la mentira que sólo los incautos creyeron. Vaya: ni La Jornada tomó en serio la patraña.