🐼 MI TÍA GUILLE fue varias veces funcionaria de casilla en las elecciones. Tenía una línea: que el PRI se llevará todos los votos. Guillermo Jiménez Morales era el gobernador, y como buen oriundo de Huauchinango le pedía a mi tía —y a las Venus del Milo— que hicieran ganar a su partido en la lejana década de los ochenta.
🐻 PARA AHUYENTAR AL REPRESENTANTE del PAN de la casilla, mi tía y sus amigas le ponían un líquido a su comida que le provocaba diarrea. Pero no cualquier diarrea: una señora diarrea. Y entre tanta ausencia, mi tía y las Fuerzas Vivas de Huauchinango rellenaban las urnas de votos a favor del PRI.
🐨 A LA HORA DEL RECUENTO, el panista veía cómo todos los votos —hasta el suyo— favorecían al tricolor. Era otro México, sí, aparentemente muy lejano, pero recientemente muy cercano. Mi tía Guille ya murió, pero el espíritu de aquellos años de las ‘casillas zapato’ sigue más vivo que Lord Molécula.
🐸 LA OPERACIÓN TAMAL era la favorita de doña Lilia Ibarra. Se trataba de llevar al ‘indiaje’ —así hablaban los priistas— a ‘tragar tamales’ para que votaran con la panza llena. Y ahí estaba doña Lilia, desde un día antes, viendo cómo se cocían los tamales de ‘india’ —así les decían—, los de verde y los de rajas.
🐵 AL OTRO DÍA, MUY TEMPRANO, el ‘indiaje’ llegaba a ‘tragar’ y a votar. Las casillas se llenaban para votar por el PRI. Y ahí se quedaban los señores Hernández —los tres únicos panistas de Huauchinango— viendo el fraude en sus propias narices. Hablo de don Memo, don Juanito y don Julio, quienes tenían una papelería —“Delta”, se llamaba— en el centro de Huauchinango.
🐧 DOÑA INDALECIA también formó parte del ejército priísta de la Operación Tamal. Y qué decir de la maestra Panchita, quien llevaba a sus alumnas de taquigrafía y mecanografía a sufragar, aunque no hubiesen cumplido la mayoría de edad. ¡Qué tiempos aquellos de voto patrio y masivo por un solo partidazo!
🐔 LA SEÑORA GUADALUPE TADDEI me hizo recordar esos tiempos ahora que la Operación Ratón Loco se convirtió en la Operación Acordeón. Ahí vimos al ‘indiaje’, después de ‘tragar’, llegar con sus acordeones para votar por los que ya sabemos. ¡Qué bonito es recuperar nuestras tradiciones más auténticas, chingá!
