🍄 🍫 BODA EN ATLIXCO. (En una de las hermosas exhaciendas que abundan). Un grupo de parejas ocupa una mesa cercana a la principal. Una de las carácterísticas de la mesa es que todos y todas son parte de la aristocracia poblana. (Nada de pobrezas). Ellas no beben. Ellos tampoco. Sin embargo, están (lo que se dice) activos y alertas. ¿Cuál es el secreto? Los choco–hongos. Es lo de hoy.
🍄 LOS NIÑOS BIEN ya no terminan vomitando en los arbustos. Y es que los choco–hongos no son recomendables con alcohol. Quienes han mezclado las dos drogas, ufff, terminan hasta con brotes psicóticos. (El alcohol es una droga legal, y el choco–hongo también).
🍄🍄🟫🍫 EL CHOCO–HONGO parece un chocolate Hershey’s: inofensivo y normal. Las chicas de la mesa también les llaman ‘hongos mágicos’. Tienen prohibido combinar los seis cuadritos de rigor con carnes rojas, alcohol y marihuana, aunque algunos —con su salud mental adulterada— han cruzado esas fronteras. Los resultados son fatales. O te da un ataque de risa en la tribuna legislativa de tu pueblo o te lanzas del piso 22 de una torre de lujo en la Ciudad de México.
🩸🩸🩸 ESTO LE PASÓ A UN EGRESADO DEL ITAM (se apellidaba Del Villar) que trabajaba en uno de los mejores despachos de abogados del país. Era un tipo feliz, estudioso, realizado, con la cartera llena… Hasta que se encontró con los choco–hongos. (Los venden hasta en Amazon). Tras un brote psicótico (seguramente habló con Dios), Del Villar se lanzó desde el piso 22 a sus 26 años de edad. Ahí acabó la fiesta. Su cuerpo lo recogieron en cachitos.
🍄🍄🍄🦋 LOS HONGOS (AUNQUE SEAN DE CHOCOLATE) son drogas sagradas que sanan (o alteran) tus heridas más profundas. Los Beatles iban con María Sabina y se sometían a sesiones espirituales brutales, pero en la tranquilidad de Huautla de Jiménez, en Oaxaca, no en una boda en una exhacienda de Atlixco o en un antro de Santa Fe.
🍄🍾 NO ES BUENA IDEA profundizar en tu herida profunda —y hablar con Dios— mientras andas en la fiesta. Y es que a veces Dios se convierte en el diablo que te habla al oído y te dice cosas como “lánzate del piso 22, hijo”, o “sube a la tribuna y cágate de la risa frente a todos, papá”. Dios contigo, sí, mientras no te zambutas de choco–hongos y alcohol.