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lunes, junio 23, 2025

TRUMP: Precisión, Rapidez, Habilidad… ¿y después?

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Como parte de una lógica de guerra, se esperaría una ovación militar y diplomática. El bombardeo del 22 de junio fue preciso: alcanzó sus objetivos con escasos daños colaterales. Fue veloz dos horas y mediay absolutamente sorpresivo. Y fue hábil, con una coordinación tecnológica de lujo: 125 aeronaves, un submarino lanzador de misiles, tácticas de engaño, mínima comunicación y sincronización quirúrgica entre plataformas. Un “éxito abrumador, diría el Pentágono.

Esta etapa, dentro de una guerra ya de larga duración, ofrece el escenario perfecto para que el viejo lema —“Make America Great Again”— siga resonando como eje rector de la política exterior trumpiana. No es una frase del pasado: es la brújula de una estrategia global que combina disuasión, dominio tecnológico y oportunidad electoral.

En el reacomodo que ha seguido, Irán ha mostrado una resiliencia considerable, respondiendo con ataques misilísticos y drones que han dañado infraestructura y orgullo israelí. Estados Unidos, aún lejos geográficamente, no está fuera del alcance del enojo iraní. La situación sigue siendo altamente volátil y el desenlace, incierto. Al final, todo dependerá del equilibrio entre una defensa aérea iraní debilitada, una mínima ventaja táctica israelí, un Netanyahu políticamente erosionado, y un botín geopolítico que parece, una vez más, favorecer al mismo actor: Estados Unidos.

El próximo frente será diplomático: la presión para rendir a Irán, desmantelar el poder político de los Ayatolás e instalar un régimen más dócil a los intereses de Occidente ese imperio arroganteque menciona Jameneiy de Israel esa región sionista criminal, según la misma narrativa iraní.

La historia ha demostrado que los conflictos modernos, guiados por alta tecnología e inteligencia artificial, son estructurales. Requieren generaciones para resolverse. Así ha sido el caso de Israel desde su fundación. Y así parece seguir siendo.

Y si bien se niega la idea de una Tercera Guerra Mundial, la realidad es más sutil y peligrosa: la tecnología nuclear moderna ya no requiere ejércitos masivos ni frentes abiertos. De haber existido estas estrategias disuasivas en 1939, quizás la Segunda Guerra jamás habría comenzado.

La amenaza nuclear ha dejado de serlo: ahora es una realidad estratégica. Esto reconfigura no solo la historia militar, sino el tablero simbólico de la política internacional. Porque los objetivos de esta guerra no son únicamente militares: también son simbólicos. Están ligados a la supervivencia, al prestigio y a la percepción de legitimidad nacional y regional. Por eso la guerra sigue. Y seguirá.

Los tres polos de esta guerra tienen agendas distintas: Estados Unidos busca mantener su hegemonía global en una región vital por petróleo y posición estratégica. Irán, por su parte, proyecta autonomía frente a lo que percibe como intervención imperial. Israel, en cambio, ve en el Irán nuclear una amenaza existencial. El problema es que cada uno cree tener razón histórica. Y actúa en consecuencia.

Tal vez no haya guerra total. Tal vez no haya paz. Pero sí hay algo peor: la convicción de que esta guerra es justa para todos sus bandos. Porque cuando todos creen tener razón, la historia deja de escribirsey comienza a repetirse.

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