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domingo, abril 28, 2024

Mujeres

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El camino ha sido largo y ha dejado de ser un imposible. No les ha sido fácil, siempre una lucha contra una inteligencia social que tuvieron que modificar para asegurar un lugar en la toma de las decisiones de toda la comunidad. Pero lo han logrado y reivindicado con múltiples hechos y evidencias. 

Finalmente han llegado al liderazgo nacional y ninguno se ha opuesto. Al contrario, todos lo hemos visto como algo natural, como algo que algún día tenía que ser. Por eso, ahora, sin miedos superiores, una mujer gobernará a la nación entera. 

Las dos alianzas electorales de mayores posibilidades de éxito postularán a una mujer, y el concepto de Señora Presidenta, sin darnos cuenta, ha sido aceptado. 

Se suponía que esto sería en medio de una lucha conceptual, de un conflicto político, de un escándalo, difíciles, pero no lo fue. 

Esa inteligencia social, de usos y costumbres, ha cambiado totalmente. Está dando fin a una hegemonía masculina que, en la historia de la humanidad, habría sido para siempre un proceso de sumisión y obediencia que había relegado a la mujer al cuidado de la familia. Así lo estableció como concepto social, legítimo y viable. 

Pero, para las mujeres, la sumisión y la obediencia fueron simplemente un proceso de integración y fortalecimiento de una conciencia de colaboración indispensable, a medida que los varones fueron descuidando o desatendiendo responsabilidades que pusieron en riesgo a la integración y funcionamiento de la sociedad, y la dejaron con vacíos crecientes que motivaron la participación de las mujeres como una necesidad social impostergable y también, ineludible, inevitable. 

Las mujeres han logrado entrar en política al más alto nivel y han motivado un proceso de decisiones de interés colectivo diferente que aún enfrenta, a pesar de ello, una notable disparidad de género. 

Entienden, está claro, que las definiciones y decisiones de igualdad y equidad de género, aún inscritas en la ley, son un requisito indispensable, pero no suficiente. 

En el actual proceso electoral, la lucha por la Presidencia de la República también está demostrando que sobrepasamos la norma de las cuotas que fueron dando a las mujeres ingreso a la política. 

Las dos coaliciones electorales de mayor competitividad, sin despeinarse, sin conflictos ideológicos, postularán a una mujer para Presidenta de México y han cambiado ya la historia de este país, donde el machismo, como requisito indispensable, habría construido la supremacía de los varones, como condición necesaria de eficiencia social y política. Ahora ha alojado, sin problema, más allá del derecho, la necesidad de la participación de las mujeres en todos los procesos de dirección y liderazgo, casualmente por las mismas razones. 

La inteligencia política nacional las necesita, pero más allá de la simple acción de votar y más allá del equilibrio de género en la toma de las decisiones colectivas. 

El poder político que han venido ganando representa un avance real que ahora va por las reivindicaciones de la mayoría femenina, real en toda la sociedad nacional. 

Y todos debemos esperar un cambio real en la manera de tomar decisiones y aplicarlas.   

Claudia Sheinbaum y Xóchilt Gálvez van por la Presidencia de la República mexicana.  Su lucha electoral es ya, desde ahora una evolución para una comunidad política más incluyente, más allá de la representatividad y el derecho de género. 

La esperanza es un cambio social cuya estrategia central será demostrar que las mujeres mexicanas pueden transformar todo, con esa inteligencia, con esa disciplina con la que forman al hijo, y, aún solas, construyen familias. 

Claudia Sheinbaum, una universitaria que transitó de las luchas estudiantiles a la política formal. Una mujer fría para tomar decisiones, se hizo política en esos, que no fueron sueños izquierdistas, de cambiar a México. 

Xóchitl Gálvez, una mujer que viene desde abajo, formó su camino, en la lucha popular, y en su coraje y entusiasmo radica su fuerza real para ganar. 

A Claudia le asiste el poder del gobierno y las masas cautivadas por un liderazgo presidencial, para el que no admiten dudas ni desconfianzas. Grandes grupos electorales, algunos, cuya lealtad dependerá en una buena parte de los dineros que mensualmente reciben, pero todos por lealtad al pensamiento y liderazgo del Presidente, muy cierto, tan cierto, es que gobierno ya. 

A Xóchitl Gálvez le asiste la inconformidad y el rechazo real de muchos grupos sociales por ese mismo liderazgo presidencial, pero, para el cual, si admiten dudas, desconfianzas y descontentos. 

En medio de la polarización y el conflicto, a estas dos mujeres corresponde, desde ahora, escribir la nueva historia de México. 

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