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sábado, octubre 5, 2024

Humanismo: Redistribución y crecimiento

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Después de 503 años, como ella mismo lo dijo, una mujer gobierna México. La responsabilidad, también lo estableció, es de todas las mexicanas.

Es cierto que muchos esperan comprobar si la diferencia en la manera de entender y resolver los problemas es amplia, útil y más eficiente que como lo hicieron los varones. Pero esto, si bien tiene mucho que ver, no será, a mi juicio, lo más importante.

Lo verdaderamente importante será que la presidenta Sheinbaum logre cumplir con las asignaciones mensuales de dinero a los 32 millones de habitantes que lo reciban, sin que el sufrimiento fiscal impida el crecimiento económico.

El gobierno es mucho de voluntad, pero siempre
y cuando la circunstancia lo permita. La presidenta necesitará asegurar un flujo elevado de dinero y además continuo y creciente, sin subir impuestos,
con un salario mínimo que, según lo dijo, seguirá aumentando.

Pero nadie puede repartir nada a ninguno si antes
no lo producen las empresas. Darle garantía de una
política económica estable será la condición para
una política social exitosa, sobre todo en la redistribución de la riqueza que se produce y reparte mensualmente, para inducir bienestar.

Por eso, la presidenta afirmó claramente que
todos los sectores serán respetados en su concurrencia con las responsabilidades de la economía humanista, para poder asegurar el crecimiento de
la riqueza que se podrá repartir a millones de mexicanos y mexicanas, como se ha venido haciendo en los últimos seis años.

El humanismo mexicano, es cierto, ya demostró eficiencia social a partir de la eficacia económica. Pero seguirá enfrentándose a sus mayores riesgos: la sostenibilidad de la política fiscal y cambios en las condiciones globales. En estos dos, el manejo de la circunstancia no depende exclusivamente del gobierno.

Aunque hasta ahora el gobierno ha evitado aumentos significativos en la deuda pública, mantener y crecer las cantidades que se reparten periódicamente sin incrementar los impuestos podría ejercer presión sobre las finanzas públicas en el futuro. El reto de la presidenta será encontrar un balance entre financiar los programas sociales y mantener la estabilidad fiscal. Esto sugiere, de entrada, incrementar la recaudación de impuestos.

La economía mexicana también está vinculada
estrechamente a las dinámicas globales, como la
demanda de las exportaciones y las tasas de interés
internacionales. Una recesión económica o cambios
en las políticas comerciales con Estados Unidos, entre otros países, impactarían negativamente en el crecimiento de la economía mexicana afectando a las empresas y a la población.

El “Humanismo Mexicano” como corriente filosófica enfrentará en este segundo piso de la Cuarta Transformación estrategias gubernamentales que hasta ahora han funcionado porque han reducido la pobreza y han mantenido el crecimiento económico, pero para que esa reducción en la pobreza no sea efímera, los esfuerzos tienen que ser mayores para sostenerla.

Si alguien piensa que esos 9.5 millones ya salieron
definitivamente de la pobreza, podría pecar de entusiasta. El problema es que salir de la pobreza no se mide en menos de seis años. El periodo de prueba
quizá ya pasó, pero el de la salida definitiva e irreversible no se ha visto aún. La presidenta Sheinbaum debe redoblar el esfuerzo, esa es la herencia.

En las decisiones y consecuencias de la política y la economía nada debe ser casual, todo se necesita causal. Por eso, la presidenta Sheinbaum tendrá que hacer del Humanismo una disciplina y colaboración de largo plazo. El pueblo bueno necesita protección y aliento en sus esfuerzos para dejar la pobreza, los “fifis” también para producir la riqueza y entender que cambiar las estrategias neoliberales por las humanistas funcionan para todos. Si no es así, el Humanismo sería solo una etapa pasajera y todos queremos que sea un periodo largo, fructífero, sin temores, sin incertidumbres y sin falacias en el cumplimiento de la responsabilidad que a cada uno corresponde, pero en una política de respeto y colaboración que debe alejarse de la diatriba y la polarización. Lo que logramos con Andrés Manuel puede funcionar en el futuro sin una guerra entre factores de la producción. El esquema de buenos contra malos ya no es una razón para la actuación de todos los mexicanos y mexicanas. Todos somos necesariamente indispensables.

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