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sábado, noviembre 23, 2024

Descalificativos

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La circunstancia política siempre será hogar de intereses en conflicto. Ninguno de los actores la observa, la calcula, la evalúa y la utiliza de la misma manera, en el mismo sentido y con la misma tabla de valores. Decidir con lealtad a sus orígenes, lugares o destinos, siempre será fácilmente cómplice de la entrega o la traición.  Todo depende del color del cristal con que se mire. 

En el caso de la energía eléctrica, hay tantos intereses visibles que, los invisibles se mueven a plenitud y por lo visto con eficacia y suficiencia. 

Para quienes piensan que la política es la economía de las decisiones trascendentes, la reforma energética, en el sentido manifestado, no era viable. Para quienes suponen que la economía es la política de las decisiones, ha sido una oportunidad tirada a la basura. 

Grandes verdades seguirán escondidas en este tema. Como sea, siempre será discutible la política energética, que, también como sea, seguirá anclada a intereses extranacionales, que cumplirán el destino de la fortuna y la inversión. 

Por eso, pienso, no deberíamos enfrascarnos en una discusión bizantina.   

La reforma no pasó, pero eso tampoco significa que nos quedemos sin suministro de energía eléctrica. Tampoco que los costos de operación bajen y con ello, el precio al consumidor final, que sigue sin entender la utilidad de este debate, sobre todo en su impacto favorable en el presupuesto familiar, cada día menos suficiente para lo indispensable. 

La guerra de descalificativos no resolverá la imperiosa necesidad de apoyar la economía de las familias, a lo mejor, incluso, complica más sus posibilidades.  Aquí es donde deberíamos fijar todos la atención.  Bajar los precios de la luz, con reforma o sin reforma, seguiría siendo el principal objetivo.  

Ninguno, por el momento sale ganando.  La ideología tampoco disminuye precios.   

Entretener nuestra ocupación y nuestros esfuerzos en adivinar quienes han ayudado o traicionado a la nación, será posibilidad de largo plazo. En el tiempo, las posturas se diluyen, se transforman y se reacomodan.    

Cada decisión en la representación nacional, obedece a intereses de grupos y la fusión no será posible, salvo en efímeros temporales que, aportan poco. Lo verdaderamente importante es asegurar el consumo a precios racionales y la única racionalidad que entendemos los ciudadanos de a pie, está en la capacidad de compra. En eso debemos pensar todos. 

Los precios de la electricidad están altos.  Y con la reforma o sin ella, lo único que necesitamos es que bajen y creo, por el momento, eso no será posible. 

Importante, eso sí, es que las decisiones sean nacionales, pero aún dependemos de intereses extranjeros y  el capital y la tecnología que proveen, no tienen nacionalidad más allá, de la capacidad de reproducirse, de manera salvaje y a cualquier costo. 

Importante y urgente es incrementar nuestra competitividad en producción de tecnologías propias, para no depender de criterios internacionales, que no van con los intereses de los mexicanos. Pero, este es ya otro debate y creo que, también por el momento, es irresoluble.

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