15.3 C
Puebla
jueves, marzo 6, 2025

Colaboración vs. Competencia Global

Más leídas

La presidenta Sheinbaum ha adoptado un enfoque estratégico e innovador para reorientar la relación bilateral entre México y Estados Unidos. En un contexto global marcado por tensiones y políticas de confrontación, especialmente bajo la administración Trump, el gobierno mexicano ha buscado posicionarse como un actor que promueve la colaboración, mientras enfrenta los desafíos derivados de una estrategia estadounidense que, al intentar recuperar su poder global, recurre a la confrontación y el aislamiento.

El actual gobierno de México ha mostrado flexibilidad y disposición para atender las preocupaciones planteadas por la administración de Estados Unidos, lo cual no debe interpretarse como sumisión, sino como un ejercicio diplomático que responde a las realidades de una relación bilateral que, a pesar de sus fricciones, sigue siendo crucial para ambos países. En este sentido, Sheinbaum y su equipo buscan evidenciar una política internacional que privilegia la cooperación con todas las naciones, destacando las prioridades comunes que los gobiernos comparten: la salud y la seguridad de sus habitantes.

Este enfoque pragmático tiene su base en la comprensión de que la lucha contra el crimen organizado y la gestión de la migración son objetivos inherentes a la labor cotidiana del gobierno mexicano. No se trata de un gesto de obediencia a las demandas estadounidenses, sino de una reafirmación de que, independientemente de las presiones externas, México debe seguir trabajando en estos frentes por su propio interés nacional.

Uno de los aspectos que ha llamado la atención es la postura mexicana frente a los temas de extradición. La administración de Sheinbaum ha dejado claro que no negociará este tipo de procesos como parte de acuerdos comerciales o compromisos económicos, lo que subraya la autonomía de la política interna de México. La extradición no debe ser un instrumento de presión ni de intercambio, sino un proceso legal que debe seguir su curso dentro del marco del derecho internacional.

Lo que es evidente es que ambos países, México y Estados Unidos, comparten una vecindad que les obliga a buscar formas de entendimiento que beneficien a ambas naciones. A pesar de las tensiones, la geografía y los intereses comunes siguen siendo factores de peso que orientan las políticas de ambos gobiernos. Por ello, el verdadero desafío radica en encontrar la manera de mantener una relación de respeto y dignidad mutua, sin caer en la servilismo ni en la confrontación innecesaria.

En este sentido, el gobierno mexicano no se ve a sí mismo como un actor subordinado, sino como un socio necesario en la búsqueda de soluciones comunes, especialmente en un escenario global cada vez más competitivo. La globalización ha alterado los equilibrios de poder económico, y muchos países que antes eran considerados periféricos o “enanos”, como les llaman algunos en Estados Unidos, ahora se han convertido en actores relevantes dentro del mercado global. Esta competencia, lejos de ser vista como una amenaza, debe ser entendida como una nueva realidad que desafía el modelo de supremacía estadounidense, ya cuestionado por la desindustrialización interna y la pérdida de empleos bien remunerados en diversas regiones del país.

A pesar de que la administración Trump sigue buscando formas de culpar a factores externos de los problemas internos de Estados Unidos, como la migración y el desempleo, lo cierto es que la economía global ya no sigue el patrón que alguna vez favoreció a los Estados Unidos.

Los cambios en la producción global, impulsados por la deslocalización y la automatización, han afectado sectores clave de la economía estadounidense, sobre todo en el ámbito manufacturero. En lugar de reconocer que esta es una consecuencia natural de la globalización, el gobierno de Trump ha optado por culpar a los migrantes y a las políticas internacionales, desviando la atención de las soluciones estructurales que se requieren.

Lo que es innegable es que el poder de Estados Unidos ha disminuido en el contexto de una nueva realidad global, de ahí las urgencias y las improvisaciones, en lugar de una reintegración de su modelo económico y de adaptarse a un nuevo régimen de competenncia.

El retorno a políticas proteccionistas y el aislamiento de las relaciones exteriores, como las propuestas por Trump, no son una solución viable a largo plazo. El futuro del poder estadounidense dependerá de su capacidad para adaptarse a una nueva realidad global, donde las naciones ya no están dispuestas a aceptar una relación desigual. Por tanto, el país del norte tendrá que buscar nuevas formas de interactuar con sus vecinos y con el resto del mundo, sin recurrir al aislamiento o al enfrentamiento.

En este contexto de nostalgia y desesperación, la administración Trump parece aferrarse a una visión del pasado en la que Estados Unidos era la economía hegemónica y la cultura dominante. Sin embargo, la realidad global actual exige una adaptación más pragmática. México, por su parte, tiene la oportunidad de redefinir su relación con su vecino del norte, no como una subordinación, sino como una asociación estratégica que beneficie a ambas naciones.

Notas relacionadas

Últimas noticias

spot_img
PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com