El mayor desafío y el objetivo primordial en los municipios más pobres es generar certidumbre para todos sus habitantes en cada una de sus actividades cotidianas. Esta tarea no es sencilla, especialmente en comunidades como Acatlán, donde la cultura ancestral sigue marcando, con dolor, muchas de las creencias y conductas de sometimiento, especialmente hacia las mujeres. Ellas, por años, han encontrado refugio en la abnegación y el sacrificio, asumiendo su rol en la sociedad como un acto de abnegación, muchas veces en silencio.
Acatlán, enclavado en una de las regiones más marginadas de México, se enfrenta a una difícil situación: un territorio con tierras menos generosas para la producción y una comunidad cuya estructura social se ha visto trastocada por la emigración de los varones hacia los Estados Unidos. Hoy, en Acatlán, son las mujeres quienes sostienen la economía, la sociedad y la política de la región, a pesar de la pobreza, el aislamiento y la violencia que persisten.
Lupita Bárcenas se ha convertido en un símbolo de cambio. Es la primera mujer presidenta municipal de Acatlán, un cargo que asumió en medio de una comunidad marcada por la inseguridad, la violencia de género y la pobreza. En un entorno como este, su trabajo no es fácil, pero su estrategia es clara: construir un nuevo tejido social basado en la certidumbre, la confianza y la colaboración. Su objetivo es erradicar los problemas que históricamente han afectado a Acatlán.
Lupita es madre soltera. Su vida y su perspectiva han sido moldeadas por experiencias de dificultad y violencia en muchos de sus aspectos. Sin embargo, lejos de rendirse, ha convocado a las mujeres de Acatlán a una lucha frontal contra la causa principal de la desigualdad: el respeto a la dignidad de las mujeres. En un pueblo donde lo poco o mucho que existe ha sido, en gran parte, gracias al esfuerzo de ellas, Lupita invita a la comunidad a reconocer el trabajo incansable de las mujeres, quienes, a pesar de la incomprensión y el abandono, han aprendido a luchar para cambiar sus condiciones.
Ahora, Lupita Bárcenas lidera un movimiento que está transformando a Acatlán. Su decisión es firme y se está materializando con hechos concretos. Si las mujeres son el pilar de la sociedad, es fundamental fortalecerlas para que todo en el municipio mejore. Por eso, Acatlán será violeta: un símbolo de lucha, de empoderamiento y de un cambio necesario.
No es casualidad que el gobernador Alejandro Armenta haya elegido Acatlán para crear la primera Casa Violeta en el estado. Esta acción refleja un compromiso por abordar los problemas de fondo, con soluciones oportunas y adecuadas. En México, la violencia contra las mujeres es un problema enorme: 2.5 millones de mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia, 10 mujeres mueren al día a causa de esta problemática, y los feminicidios siguen en aumento. En Puebla, la situación no es diferente, y debemos sumarle los casos de acoso callejero, asaltos y la violencia doméstica, cuyas cifras continúan creciendo.
En Acatlán, la lucha de Lupita Bárcenas y las mujeres de la región se enfoca en transformar las antiguas normas patriarcales que perpetuaban la desigualdad, donde el machismo era incluso un símbolo de distinción masculina. A través de la Casa Violeta, Lupita busca proporcionar a las mujeres víctimas de violencia ayuda integral: física, médica, psicológica y laboral. El objetivo es que las mujeres se reintegren como personas libres y respetadas, con el respaldo total del gobierno, y puedan combatir una de las mayores batallas: la de la desigualdad económica. Además, se trabaja en construir una cultura de denuncia y autodefensa.
Lupita Bárcenas quiere cambiar la realidad de las mujeres acatecas para siempre. Quiere que dejen de sufrir violencia, lesiones físicas, trastornos psicológicos como ansiedad, depresión y estrés postraumático, y prevenir que lleguen al punto de abandono o incluso suicidio.
Para frenar la violencia, es crucial transformar las estructuras sociales que perpetúan el sometimiento de las mujeres, a quienes debemos tanto. Como recuerda Lupita: “Fue una mujer la que nos dio la vida, es una mujer la que nos acompaña, cría, educa y mantiene unida a la familia”.
“Debemos ser justos”, dice Lupita. “Debemos ser inteligentes con nuestras mujeres”. Con esa convicción, Lupita ganará esta lucha, porque es la lucha de todas las mujeres mixtecas, de todas las mujeres de Acatlán y de México.