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jueves, agosto 21, 2025

Fomentar masculinidades sanas: Un paso crucial para erradicar la violencia de género

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En México, la violencia contra las mujeres sigue siendo una problemática estructural. El 70.1% de las mujeres mayores de 15 años han reportado haber sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida, ya sea física, emocional, económica o sexual. Esta alarmante realidad pone en el centro del debate la necesidad de replantear los modelos de masculinidad que perpetúan estas conductas. Fomentar masculinidades sanas se presenta como una estrategia clave para prevenir la violencia de género y construir una sociedad más equitativa.

Las masculinidades sanas se refieren a la construcción de identidades masculinas que rompen con los estereotipos tradicionales que asocian la hombría con la dominación, la agresividad o el control. En lugar de ello, promueven valores como el respeto, la empatía, la igualdad y la resolución pacífica de conflictos.

Este enfoque no busca culpar a los hombres, sino invitarlos a reflexionar sobre cómo las normas culturales han moldeado su comportamiento y cómo pueden ser agentes de cambio.

La violencia contra las mujeres no es un fenómeno aislado, sino el resultado de estructuras sociales que normalizan la desigualdad de género. Desde temprana edad, muchos hombres son educados bajo la premisa de que deben ser dominantes, fuertes y emocionalmente distantes. Estas expectativas, arraigadas en el concepto de “ser hombre”, suelen traducirse en actitudes que justifican el control sobre las mujeres, ya sea a través de la violencia psicológica, física o incluso feminicida.

Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los hombres que se adhieren a normas rígidas de masculinidad tienen mayor probabilidad de ejercer violencia contra sus parejas; esta relación se ve agravada por factores como la desigualdad económica, la impunidad y la falta de acceso a educación en igualdad de género.

Para avanzar en esta dirección, es fundamental implementar estrategias integrales que involucren a todos los sectores de la sociedad. Las escuelas deben incorporar programas de educación emocional y de género que enseñen a niños y niñas a relacionarse desde el respeto y la igualdad. Proyectos como el programa “Hombres por la Equidad” de la organización Gendes A.C. han demostrado ser efectivos al trabajar con jóvenes para cuestionar los roles tradicionales de género.

También, las redes sociales desempeñan un papel crucial en la promoción de modelos positivos de masculinidad. Campañas como “HeForShe” de ONU Mujeres han buscado involucrar a los hombres como aliados en la lucha contra la violencia de género.

De igual forma, es fundamental fortalecer los programas que promuevan la reeducación de agresores y la prevención de la violencia, así como crear espacios donde los hombres puedan dialogar sobre sus emociones, inseguridades y experiencias, para desmontar la idea de que la vulnerabilidad es contraria a la masculinidad. Talleres y círculos de hombres, como los promovidos por la Red Nacional de Hombres por la Igualdad, han mostrado resultados prometedores.

Fomentar masculinidades sanas libera a los hombres de la presión de cumplir con los estereotipos tradicionales y les ayuda a construir relaciones más auténticas y saludables, reduce el estrés asociado a roles rígidos y contribuye a un entorno de mayor seguridad y respeto.

En México, donde los feminicidios y la violencia de género son una herida abierta, este cambio cultural es urgente. La transformación de las masculinidades no es una tarea sencilla ni inmediata, pero es un paso indispensable para garantizar que las mujeres vivamos libres de violencia. Como sociedad, debemos comprometernos a educar, reflexionar y actuar para que las nuevas generaciones de hombres crezcan con la convicción de que la igualdad es la base de una convivencia justa y pacífica.

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