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jueves, abril 25, 2024

La firma de las mujeres en el arte

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A lo largo de la historia, el arte ha contado su historia a través del ojo masculino. Un ejemplo muy claro es cuando se habla de un artista y no se especifica que se trata de un hombre; sin embargo, cuando se habla de las mujeres se hace aclarando que son mujeres.  

Sería casi imposible hablar de las mujeres en el arte sin mencionar a la historiadora feminista del arte, Linda Nochlin. 

Linda nació en 1917 en la ciudad de Nueva York y murió en 1931. Es considerada creadora del texto fundamental de los estudios feministas en el arte, habiendo dedicado su vida a la presencia de la mujer en el arte. 

En el año 1971 Linda Nochlin planteó, en su texto publicado en el Art News, la pregunta ¿por qué no ha habido grandes mujeres artistas?  

La reflexión de este texto resulta interesante. Nos plantea como primer punto la dificultad para encontrar mujeres en la historia del arte. La primera razón es que prefirieron no aparecer en su obra; resultaba complicado encontrarlas porque no tenían firma o firmaban con un seudónimo o un nombre masculino. Por ejemplo, tenemos a Artemisia Gentileschi, hija del pintor italiano Orazio Gentileschi, quien firmaba con el nombre de su padre; Lee Krassner, de origen ucraniano, quien fuera pareja de Jackson Pollock, firmaba solamente con sus iniciales o con otro nombre que no implicaba su género. No podemos hablar de Camille Claudel como la pareja de Rodin, hecho que también nos hace reflexionar en la importancia que toman uno y otros cuando en realidad ambos realizaron piezas magníficas. 

En el mundo de la literatura tenemos el mismo caso. George Sand en realidad era Amantine Aurore Dupin o Mary Anne Evans, quien firmaba como George Eliot. 

Incluso hubo casos en los que no firmar su obra no era una decisión de la artista, sino de un abuso. Uno de ellos es el de Margaret Keane y su marido William Keane, quien la obligó a trabajar jornadas hasta de 16 horas realizando una obra que él firmaba y vendía como propia.  

Si quieren conocer más de Keane, en las plataformas digitales se encuentra la cinta Ojos Grandes, que relata la historia de la artista. 

Habría que diferenciar el arte feminista del arte femenino, en donde el segundo sólo se trata de arte creado por mujeres y arte feminista, que implica que el fin de la pieza es exponer derechos y causas de mujeres. 

Resulta interesante hablar de arte femenino, ya que actualmente hay muchos artistas hombres, cuyas piezas son absolutamente sutiles o delicadas, tal como lo hubiera hecho una mujer. 

La reflexión a la que he llegado es que probablemente no ha habido grandes mujeres artistas porque los contextos sociales no lo habían permitido, es decir, no se esperaba de ellas que hicieran arte, sin embargo, lo están haciendo desde siempre. Pero, ¿qué pasa con los artistas de género masculino que han hecho arte que podría considerarse como femenino por sus características? ¿Son aceptados?  

Es tarea actual reflexionar acerca de la importancia de no sólo aceptar, sino reconocer los esfuerzos de ambos géneros por destacar en el arte. Con este texto hago homenaje a artistas mujeres que se atreven a firmar como mujeres, y hombres que, sin ningún problema, realizan arte de características femeninas. 

 

Foto: Jackson Pollock y Lee Krassner 

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